Antes de escuchar cualquier crítica de “un
periodista tiene que ser objetivo” (señores, noticia: la
objetividad no existe) quiero aclarar que un periodista es tan
ciudadano como cualquier otro, con derecho a expresarse libremente
sobre lo que piensa, sin recibir presiones de ningún tipo y de
ningún lado, llámense estas: medios, colegas, círculos políticos,
empresariales o etc. Ya viene siendo hora de que este
gremio se despierte y reclame su derecho a pensar.
La razón por la que aclaro esto, antes de entrar en
materia, es muy simple: hay gente que cree (o que se lo cree) que los
periodistas somos transmisores “objetivos”, 100% imparciales, sin
tintes de ningún tipo, algo así como un cable inerte que transfiere
datos de un lugar a otro. Los periodistas pensamos, preferimos a un
candidato más que a otro y tenemos nuestro derecho a analizar
(posiblemente lo hacemos más, fuera de micrófono, que la mayoría
de profesionales).
Ahora bien, la profesionalidad a la hora de comunicar
se demuestra cuando, en el momento de informar, el tratamiento es
igualitario para todas las posturas y candidatos. No porque yo sea de
centroizquierda voy a negarle el micrófono a Otto Guevara. O porque
yo haya votado por el PAC trato con menos respeto a Johnny Araya. O
bien, porque crea que el PUSC es un partido que debe desaparecer
debido a sus horribles actos de corrupción, voy a tergiversar lo que
dice Rodolfo Piza. La información debe ser lo más imparcial
posible, lo contrario sería irrespetar al público que nos lee /
escucha / ve, pues al final, es quien debe forjarse su propia
opinión. Pero irse al otro extremo también sería irrespetar
nuestro derecho a pensar, a opinar, a expresarnos y a valorar la
información que procesamos todos los días.
Volviendo al tema del principio, mis “X” para las
elecciones ya tienen su casilla elegida (a menos claro que pase algo
dramático) y, sorprenda tal vez a algunos o no, no será para el
mismo partido en ambas papeletas. De hecho, nunca lo ha sido. Me hace reír
cuando alguna gente (sobre todo un par de ministros por ahí) en
Twitter jura y perjura que yo soy “PAC” de hueso colorado. Sin
duda les duele cuando uno es crítico con el PLN y con el peor
gobierno que este país recuerde: el de Laura Chinchilla. Pero no. Si
bien es cierto soy centroizquierda (nunca lo he negado y, al
contrario, lo he dicho abiertamente) y el PAC es el partido con el
que me siento más identificado, eso nunca ha limitado que lo
critique, que me enoje con las estupideces que alguna gente ahí
adentro ha hecho y que sienta que ha ido perdiendo el rumbo por el
que fue creado. Hago mías las palabras que dijo alguna vez un
tuitero del que no recuero su nombre de usuario: “el PAC es el
partido que todos quisiéramos que fuera, pero que nunca ha sido”. No obstante, admito que, de lo que hay, es lo que se me hace más cercano.
Así que bueno, al mejor estilo de los medios
internacionales de prestigio (¡oh comapración!) les confieso que la
línea editorial de “A título personal” apoya al candidato del
Partido Acción Ciudadana, Luis Guillermo Solís, para los comicios
de febrero. ¿Por qué? Pues básicamente porque de toda la oferta
actual, considero que es lo mejor que le podría pasar a este país.
Don Luis Guillermo, un hombre austero incluso en su personalidad, que le ha costado “soltarse”
para hablar, cero populista, de altos conocimientos en ciencias
políticas y coyuntura internacional, ha sido honesto hasta donde me
da la información; íntegro, comprometido con todo lo que ha
desarrollado y fiel a sus convicciones éticas y morales. No en vano
renunció a Liberación Nacional cuando vio que Óscar Arias
impulsaba su reelección inconstitucional con la complicidad de
quienes estaban en ese partido. Él, a diferencia de Ottón Solís,
tiene un estilo mucho más de escucha, de negociación, lo cual no
quiere decir que se traicione a sí mismo.
Ojalá los costarricenses se dieran el tiempo, como
dicen sus anuncios, de conocerlo. Lamentablemente confieso que ese
detalle hará que posiblemente pierda las elecciones. Yo nunca he
votado para ganar, tengo muy claro que la política no es un partido
de fútbol, por eso no me importa si gano o no en febrero, aunque evidentemente, creo que lo mejor para Costa Rica es que Solís triunfe. Si la Liga no volviera a quedar campeón en la vida, eso
no me afectaría más que el hecho de celebrar una o dos noches al
año. Pero si el país no se atreve a mejorar, eso sí me jode el
entorno, las posibilidades de surgir, de transitar por mejores
carreteras, de caminar más tranquilo sin miedo a ser asaltado, de
tener un transporte público más ágil, un Estado que apueste por la
investigación científica o por acelerar procesos para que las cosas
avancen con un sentido de equidad, inclusión y transparencia.
El problema con Luis Guillermo es querer ser
presidente de forma casi advenediza, sin avisar y sin darse a conocer
más que en los círculos académicos del país. Y un presidente no
se construye de la noche a la mañana. Los “outsiders” rara vez
tienen éxito a menos que posean un don muy especial (como la
oratoria de Obama en el 2008). En fin, repito, votaré por Solís no
porque crea que vaya a ganar, sino porque necesito tener mi
conciencia tranquila en los próximos cuatro años y porque
concienzudamente creo que es la mejor opción entre lo que hay.
No votaré... porque...
No votaré por Johnny Araya porque... ¿en serio hace
falta explicarlo? Porque estuvo 20 años al frente de la
Municipalidad de San José y sigo viendo a la capital de este país
como una de las ciudades más horribles del mundo, llena de
contaminación, caos vial, indigencia, descuido, calles en mal
estado, contaminación sónica y visual... en fin, una ciudad en la
que no dan ganas entrar y de la que uno quiere salir. Eso quiere
decir que este señor de planificación no sabe un comino y que si
fracasó durante tanto tiempo como alcalde, no hay razones para
pensar que va a tener éxito como presidente.
Porque don Johnny, a pesar de que ahora venga a
decirnos que él simboliza la “renovación” del PLN, nunca fue
capaz (ni le interesó, ni le servía) de criticar a los últimos dos
gobiernos de turno, o al de José María Figueres, para realmente
diferenciarse políticamente de quienes ahora critica por haber
perdido el rumbo, y ahora más bien en su publicidad se dedica a rescatar los "logros" de los gobiernos verdiblancos.
Como si fuera poco, Araya tiene 10
causas pendientes
en el Ministerio Público, porque no me genera confianza, porque
mucho se ha dicho de un presunto lucrativo negocio que hay a expensas
de cada adoquín puesto en los bulevares que él ha hecho construir
en San José. Y para rematar, se niega a asistir al debate que organiza Transparencia Internacional... ¿será que no le sirve que le saquen en cara todos los desmadres que ha protagonizado su partido por presuntos actos de corrupción?
Araya es cómplice de la debacle y la falta de credibilidad que
sufre el país desde hace años. La muy honorable gente que quedaba
en el PLN con alguna capacidad de cambio ya se fue, porque se dio
cuenta que ahí no hay nada qué hacer. Es una agrupación tomada por la
derecha casi neoliberal, al punto que su propio presidente, Bernal
Jiménez, lo reconoció tácitamente en una entrevista publicada en
La Nación hace unos 3 años (desgraciadamente la googlié y la busqué en
mis links y no encontré el artículo, pero lo recuerdo
perfectamente).
Seguimos con Otto Guevara... y aunque para estas
elecciones hubiera sido bueno para el Movimiento Libertario buscar
otra figura, lo cierto es que el gamonal de esa agrupación no suelta
el churuco y sigue presentándose como “el cambio”, cuando ya
todos sabemos que él es “más de lo mismo”. Otto no solo lleva
sobre sus hombros el pesado fardo de las cuentas fantasmas de la
pasada campaña política en las que presuntamente se favoreció,
sino que su discurso: sabido, cansón, predecible, incoherente y
elitista, impide que uno le crea media palabra.
Su capacidad en el Movimiento Libertario para liderar
quedó más que en tela de duda después de ver la bancada saliente
en la Asamblea Legislativa: diputados que ya no lo apoyan y una
fracción que se dividió y se volvió a dividir en diferentes
ocasiones, la más visible de ellas en la elección del directorio del pasado 8 de mayo. Otto no es sino un figurín, que hace anuncios de campaña
como si estuviera vendiendo combos de McDonalds o detergentes para
amas de casa. Alguien que piensa que con el mismo “mae chingo” de
hace 4 años podrá alcanzar resultados diferentes. En fin, para mí
Otto es un cero a la izquierda y de los candidatos con posibilidades,
lo peor que le podría pasar a este país es elegirlo a él.
Luego viene Villalta. Y aunque a José María le
admiro su tesón y empuje de juventud, me parece alguien en el fondo
sin pilares fuertes, sin coherencia ideológica (ya ahora recordó lo
que la Doctrina Social de la Iglesia dice y lo promulga sin tapujos en los debates).
Villalta puede tener el carisma en ciertos sectores, principalmente
entre la juventud, pero no tiene nada más. Carece de madurez, de
visión, de un equipo que lo acompañe y de un proyecto de país que
justifique su presidencia.
Un posible gobierno del Frente Amplio tiene un serio
problema: la incertidumbre de lo que se podría venir. Realmente no
sabemos qué esperar de un partido que solo ha tenido un diputado por
cuatrienio en Cuesta de Moras y ante posturas en las que se dice y se
desdice (como el aborto generalizado para las mujeres). A Villalta lo
dejó además muy mal parado la entrevista hecha por Alberto Padillaen CB24, donde demostró que le falta mucho colmillo ante
cuestionamientos ideológicos y que realmente está en pañales. Tal
vez en un futuro, cuando madure más y adquiera mayor experiencia,
sea una opción, pero por ahora no lo es.
Continuando con Rodolfo Piza, aunque sé que es de
derecha y que está indisolublemente vinculado con el PUSC, creo que
es un hombre que piensa, meticuloso y que conoce lo que está
hablando. Desgraciadamente su punto en contra es el
socialcristianismo, el haber sido ungido por su partido como
candidato bajo la bendición de los Calderón y los Rodríguez, que aunque escondidos, siguen teniendo poder y presencia en ese partido.
Cualquier cosa que venga de rojo y azul, por buena que sea, no es
opción por el simple hecho de que su partido le hizo demasiado mal a
la democracia de este país y más aún al sistema de partidos
políticos, en conjunto con la desfachatez del PLN. Los resabios del
bipartidismo del Siglo XX deberían quedar fuera para siempre, pero
la democracia es así, no lo que yo quiera o crea, sino lo que el
tico promedio dice e insiste, y es ahí donde nos jodemos normalmente
cada cuatro años.
Y luego viene el resto, candidatos en los que uno
puede sentir cierta simpatía, pero que uno sabe que no podrán
llegar ni a la vuelta de la esquina con sus partidos y apoyos, y que tampoco son muy conocidos, o bien, que por conocidos tampoco son opción (el caso de Justo Orozco es el más evidente). Así
que, una vez más, ante lo que hay, me parece que mi voto para
presidente será para la casilla rojiamarilla el 2 de febrero.
Ahora bien, sobre los diputados, tenemos casi el mismo
problema de siempre: ni idea de quiénes son. Permítanme
recordarles que mi domicilio electoral está en la Escuela Juan
Rafael Meoño, en mi querido y amado barrio El Llano, en el centro de
Alajuela (el mismo en el que nació y vivió uno de mis héroes
históricos, Carlos Luis Fallas). Y como voto en esta provincia, el
partido que ganará mi elección no será el PAC. La razón más
fuerte está en que el primer lugar del PAC por Alajuela es un señor
que ni siquiera es del cantón, del que me han hablado muy mal y que
no me merece mi mayor atención.
Pensaba, en un inicio, dar mi voto para diputado al
Frente Amplio, bajo el temor de que el PLN podría tener una mayoría
inmensa en la Asamblea y que harían falta diputados que “jodieran”
a un eventual gobierno de Johnny Araya a más no poder. Sin embargo, ya quedó claro que esto no será así
y que el Congreso quedará nuevamente muy dividido con un Frente Amplio con muchos diputados. Siendo así, y ante la
oferta que hay en Alajuela, me encontré con la agradable sorpresa de
que el cantautor, historiador y no sé qué más, Dionisio Cabal, está como candidato a diputado por el partido Alianza Patriótica (o
mejor dicho, lo que quedó del NO al TLC hace 7 años).
Don Dionisio tendrá mi voto para diputado porque es una persona con mucho conocimiento,
que sabe bastante de lo que es el costarricense, su forma de ver la
vida, su idiosincrasia y valores. De todos es al que mejor conozco,
me parece una persona muy coherente, y aunque yo no participe
necesariamente de todas sus posturas, sé que aportará algo que el
plenario legislativo perdió hace rato: prestigio y señorío.
Los demás partidos, más o menos por las razones ya
explicadas, no tendrán mi voto para diputados. No me voy a arriesgar
a dar mi “sí” a una persona que no tengo idea de quién es y que no sé si me
irá a representar bien o no y mucho menos a partidos desgastados o
cuyos diputados han convertido la Asamblea Legislativa en una
charanga y un circo, entre ellos, cierto legislador por Alajuela de
Liberación Nacional.
Esas son mis dos X para el otro año. Solo espero que
usted que me lee, se informe, analice, piense y luego de haber
rumiado esa información, decida lo mejor para esta muy alicaída
Costa Rica que ya se encuentra cerca de terminar en el precipicio si
no hacemos algo porque mejore.
Feliz final de campaña.
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