lunes, 25 de julio de 2005

Sorpresitas domingueras

El domingo pasado sucedieron dos acontecimientos que, aunque a algunos pueda parecerles irrelevantes o intrascendentes, para mi son una buena excusa para aumentar mi escasa experiencia de vida.

Sé que hace rato no escribía nada. Y sé que tal vez por eso a muchos les dejó de importar venir a mi blog. Pero espero que este comentario de hoy les vuelvan las ganas de ver las cosas que escribo, y de paso, les sirva a todos para darse cuenta que con poco, se puede hacer mucho.

El domingo, dos equipos que muchos menospreciaban lograron un segundo lugar que demuestra lo que acabo de relatar. Por un lado, Panamá quedó subcampeón de la Copa de Oro. Y la verdad, me siento casi tan orgulloso como si hubiera sido mi querida Costa Rica. Esta gente, que SI se tomó en serio el reto de la competición máxima de la CONCACAF (aunque tampoco es la Eurocopa, hay que aclarar). Los canaleros derrotaron a una Colombia que eliminó a México, misma selección que hace menos de un mes sorprendía a todos en la Copa Confederaciones.

Panamá, con su poca historia futbolera, hoy puede hacer alarde de algo que muchos otros países que tienen mucho más tradición balompédica no han podido lograr: un segundo lugar en un torneo regional de fútbol. Ellos sí están tomando muy seriamente el desarrollo del fútbol: ya han asistido a dos mundiales menores y están en una eliminatoria con chance de clasificar al Mundial de Alemania 2006.

Muy bien, ese era un caso. El segundo, que quizá para la mayoría parezca absurdo o simplemente una vagabundería de mi parte, tiene más relevancia. Al menos para mí. Mi grupo de Pastoral Juvenil quedó este mismo domingo en la segunda posición de II Campeonato de Futbol Sala de Pastoral Juvenil en La Agonía.

Un total de 10 equipos se inscribieron para este torneo y el mío era el que llegaba con la peor de las predicciones. Habíamos quedado de últimos el año pasado y este año todos pensaban que íbamos a hacer un papel parecido.

Pero no fue así. Basados en el orden, en buen dominio del balón y tranquilidad para jugar, logramos superar al primer equipo por goleada de 6 a 1. En el segundo partido (solo se jugaban 2 partidos) perdimos por marcador de 3 a 2, pero aún así clasificamos milagrosamente en el cuatro lugar del total de equipos.

Luego nos tocaba contra un equipo realmente duro y aún así lo superamos. Para ese momento yo no podía creer lo que sucedía. Y luego, en la final, íbamos ganando el primer tiempo por 4 a 0. Y era aún más increible. Pero bueno, en el segundo tiempo nos cansamos y bueno, el juego quedó 7 a 4. Aunque para mí, eso fue igual a quedar campeones.

¿Por qué tanta relevancia a un simple torneillo de futbol sala? No ganamos nada, ni nos dieron plata o algo en especies. Ni siquiera nos dieron trofeo o alguna medalla para recordar la proesa. Pero el recuerdo de poder superar obstáculos, pese a que nadie creía en nosotros... ese es el mejor trofeo, la mejor medalla.

Nos demostramos a nosotros mismos que pese a los miedos, somos capaces de hacer grandes cosas. Me demostró a mi mismo que, pese a ser pequeño, se pueden lograr cosas grandes. Y más aun, cuando el Grande de los Grandes está junto a nosotros.

Simplemente, felicidades panameños. Y felicidades chiquillos. Demostramos que no es necesario que crean en nosotros para lograr lo que queremos. Que esta enseñanza me sirva para llegar a Francia y alcanzar todas las metas que quiero lograr.

Que así sea.

miércoles, 6 de julio de 2005

Emma Hilario: una Juana de Arco en el Siglo XXI

Una pequeña semblanza de una mujer tremendamente
impactante, que sin duda, dejó una gran huella en mi vida

Es curioso. No tiene los músculos de los forajidos héroes de la pantalla. Está lejos de parecerse a la escultural Tomb Raider de Angelina Jolie. Y sin embargo, su historia tiene tanta acción como la de esos personajes.

Nadie como doña Emma sabe lo que es la adrenalina. Fue activista social en Perú, donde luchaba por los derechos de los pobres. Por eso ganó muchos enemigos en los grupos que disputaban el poder en Perú. Tanto el gobierno, Sendero Luminoso y Tupac Amaru, que eran agrupaciones enfrascadas entre sí por el dominio político en ese país sudamericano, amenazaron su vida.

Ella esquivó varios atentados y es de las pocas que sobrevivieron. La continuaron amedrentando, pero no cedió. Era común que dejaran, en la puerta de su casa, cajitas con pedazos de dedos, orejas y otras partes de cuerpos mutilados.

Un día, cuando el sol apenas despuntaba sus primeros rayos, varios hombres encapuchados entraron a su apartamento en Lima. Su cuñado fue herido con cinco balas en todo el cuerpo. Su esposo también sobrevivió de milagro con un disparo.

Emma fue la siguiente. Como estaba acostada en su cama, cubrió su cuerpo con una sábana y puso el brazo derecho sobre su frente, esperando un fatal desenlace. El villano, creyéndola dormida, tiró del gatillo pero la bala solo perforó su extremidad. Con el impacto emanó la sangre, haciéndole pensar al asesino que el proyectil había perforado su cabeza.

Se equivocó. Pero no por eso las cosas mejoraron. Escapó y se mantuvo oculta durante varias semanas. Cuando el brazo herido estaba a punto de convertirse en gangrena, fue traída a Costa Rica, donde un médico la salvó de una amputación.

Ahora vive en nuestro país y lucha por la vida y los derechos de las mujeres. Su experiencia le valió ser candidata al Premio Nóbel de la Paz.

Hoy, Emma recorre el mundo contando su historia, dando esperanza a quienes ya la perdieron.