sábado, 29 de septiembre de 2012

Cinco años de la muerte de una ilusión


“Un pueblo que no recuerda de dónde viene, no puede saber a dónde va”.

Me es difícil olvidar aquellas imágenes de ese 30 de setiembre... el Paseo Colón repleto de gente de diferentes partes del país, con distintas clases sociales, creencias, valores, niveles educativos, formación profesional o laboral... pero todos cobijados bajo una premisa: darlo todo por el país. Aquella mañana – tarde de domingo, muchos fuimos ilusionados con la posibilidad de un cambio (o del inicio de uno por lo menos), más que con un triunfo para una generación opuesta al neoliberalismo y al chorizo, que solo ha sabido de derrotas.

“Lo que hace el avestruz” era la canción que más había coreado la última semana. Tanto así, que luego le haría un video (uno de los muchos que salieron). Las encuestas nos parecían favorecer... hasta que pasó lo que todos sabemos que pasó: el fraude mediático más las presiones internas y externas inclinaron la balanza.

Cinco años después yo me pregunto lo mismo que muchos: ¿dónde están las motos BMW y los carros Mercedes Benz que tanto prometió Arias, el Malinche nacional del Siglo XXI, a los pobres ilusos y crédulos trabajadores de empresas y plantaciones? ¿Dónde, aquellas maravillosas generaciones de empleo, las exportaciones en masa a los Estados Unidos y, sobre todo, el crecimiento económico imparable prometido? ¿Y dónde el pueblo que se escandalizó por el detestable memorandum que contenía toda la estrategia del miedo, de la extorsión y de la traición a la patria?

El TLC firmado con el norte realmente no nos benefició. Aunque para ser sincero, aún no ha tenido tampoco los efectos tan catastróficos que me temía... aún. Tal vez porque aún no llega a su aplicación total o porque no estoy lo suficientemente informado de lo mal que lo pueden estar los campesinos cuyos productos están compitiendo con los que nos vienen desde los estados gringos... por nombrar solo un sector que puede estar siendo afectado. En fin, quizá el efecto más nocivo del tratado fue la dispersión de una red opositora que ahora ni se oye ni se ve.

Pero más allá de las anteriores preguntas, yo me interrogo: ¿dónde está ese 48,3% que dijo NO? ¿se esfumó? ¿Habrá votado por Laura en el 2010 traicionando todo ideal planteado? Y más aún: ¿existirá alguien en el mediano o largo plazo con el liderazgo o capacidad suficiente para aglutinarlo, luego de haberse fraccionado y vuelto a fraccionar el país en discusiones de otra índole como plan fiscal, fecundación in vitro, sociedades de convivencia, y otros temas que han resultado polémicos para la opinión pública?

“Supérelo mae”, dirán algunos. No, yo no lo supero. Varias razones tengo: la primera, es que aquella noche del 7 de octubre del 2007, cuando con lágrimas vivas redactaba la Carta a don Juanito sentía que perdía la ilusión por un país que simplemente no existía y que no iba a existir nunca. El tiempo simplemente me ha reforzado esa postura. Esa noche despejada y húmeda y los otros tres días de aguaceros tenues sin pausa me hacían sentir que el sueño que perseguía había desaparecido y que no vería tal vez otra oportunidad para que el pueblo anhelara con tanta intensidad un cambio.

Tampoco me es fácil olvidarlo porque de esos cinco años, tres estuve afuera. Y de una forma u otra, mi estadía en Francia “pausó” mi tiempo en el país. Los recuerdos están ahí, frescos... y dolorosos. Y duele más cuando constato que las cosas han cambiado. Para mal.

Así lo confirmo además al ver que estamos ya dentro de una campaña política donde la consigna (mía al menos) será, tristemente, elegir al candidato literalmente menos nocivo para llevar las riendas del país, percibir un Liberación Nacional que desterró cualquier ideal socialdemócrata y se ha convertido en un albergue de corrupción e impunidad. Un PAC, partido en el que alguna vez creí, que se desmiembra, se desune, se resquebraja sin ningún tipo de ideología común, y lo peor de todo, con gente a lo interno de intereses muy lejanos a los que lo conformaron. El Movimiento Libertario, que nunca fue opción, cayendo en los mismos errores que el PLN y traicionando con actos turbios al menos una ideología, que aunque lejana para mí, pudo ser respetable. El Frente Amplio, siempre combativo... pero siempre extremista. Y el PASE, que bueno... ¿qué es el PASE?

La Costa Rica de don Juanito y don Braulio no la veo por ningún lado. El país que en el siglo XX armaron entre los Calderón, Mora, Sanabria, Figueres, Oduber y Orlich, por citar algunos grandes apellidos, pasó sus tiempos de oro y gloria. Me duele decirlo, pero creo que me tocó (nos tocó) vivir la peor época desde que nos separamos de España. El gobierno dirá que las estadísticas, las finanzas y los números macroeconómicos están bien. ¿Pero qué carajos importa eso si el pobre es más pobre y el rico más rico, si la miseria no cede y si la gente se las ve cada vez más “a palitos” para llegar a fin de mes?

La Caja en quiebra técnica, mi generación con la utopía de una pensión decente, el ICE bombardeado por doquier, empresas que llegan solo a dejar empleo de migajas, tierras que se venden en las costas por cifras ridículas a extranjeros, minas a cielo abierto de intereses espúreos y un camino de lastre mal manejado, mal administrado y peor controlado que solo sirvió para enriquecer a unos pocos con complicidades aún por comprobar.

Sí señores, tengo motivos de sobra para pensar que vamos de bajada como país aunque en lo individual pueda irme no tan mal. El espíritu de aquel 7 de octubre sigue enlutando mi amor por una Costa Rica en la que ya dejé de creer. El duelo de la Patria en mi alma de sentir que los valores nacionales que se me inculcaron desde la familia y escuela ha reemplazado la alegría que me producía escuchar el Himno al 15 de setiembre, cuya hermosa letra no saldrá nunca de los emocionalismos que suele contentar al pueblo.

Un berrinche, un berreo, un grito en la soledad, en la oscuridad... sí, tal vez lo sea. Y la resignación de tener que vivir en un país así, porque a mi familia no le queda de otra. Costa Rica sigue dormida, aunque yo creo que ya está muerta.

jueves, 12 de abril de 2012

Ticos: ¡evasores todos!


... pero somos potencia en felicidad!

Frente a los recientes casos de supuesta (y casi segura) evasión fiscal atribuidos al exjerarca del ministerio que debe recaudar los impuestos y administrarlos, Fernando Herrero; así como la « omisión » del antiguo director general de Tributación, Francisco Villalobos en el pago de un impuesto sobre la renta de hace cuatro años, y de los ya sabidos « descuidos » en la falta de actualización del valor de las propiedades de ministros, diputados y magistrados, quedó demostrado que este tema de la evasión está tan presente en la cultura nacional de principios del Siglo XXI como ningún otro acontecimiento del que podamos hacer una comparación, como explicaré ya casi.

Para el tico, la evasión, el escape, el esconder, más que un deporte nacional, viene siendo algo así como un ingrediente intrínseco del ADN costarricense. Y no, no solo hablo del 90% de propietarios en el país que tampoco han puesto al día el valor de sus bienes inmuebles en los últimos años (ojalá fuera solo eso...). Hablo de una verdadera « cultura de la evasión », expresada en las siguientes categorías que me permito sugerir y a las cuales ustedes pueden agregar otras, si tienen más ideas :

  1. Evasor el pueblo, que se queja o no se queja de que le metan más impuestos, que se disgusta con sus gobernantes cada cuatro años e igual vota y elige a los mismos de los que luego se volverá a desilusionar. El pueblo ocupa el primer lugar en mi lista porque cada dificultad la evade con chistes, con su particular « port'a mí », con la ideología del « pobrecito ». Así hemos logrado ubicarnos como potencia mundial entre los países más felices (y yo agregaría inconscientes) del mundo, algo de lo que algunos de nuestros políticos, presidenta incluída, parecen sentirse muy orgullosos. Con ese cuento, como se dice en futbol, el tico logra driblar decisiones que deberían ser fundamentales para la vida en sociedad. Parece que al costarricense, o le da pena, o le da igual, o le da pereza exigirle transparencia a sus gobernantes. Y cuando sale un grupo a hacerlo, otros toman el serrucho y los califican de « chancletudos », « vagabundos », « extremistas » o « resentidos ». En fin, la chota y la visión de mediocridad subdesarrollada que en el fondo no son sino el eco de la estúpida sensibilidad nacional salen a flote. En el sentir popular de la gradería de sol (pero a veces también en el palco), es mejor mantener el status quo para evitar « echarse broncas » o « joderse la vida ». El no exigir respuestas y claridad a los políticos que en la sana teoría democrática nos representan, hace más fácil para ellos no solo incumplir, sino también llenar su saco gracias a ese desinterés o sumisión propios de un pueblo domesticado del que hablaba don Pepe (quien también se aprovechó para comer « confites », hábito que heredó a su hijo traducido en « tamales »). Un pueblo que se pronuncie, que se plante, que no se deje comprar por un Big Mac, un espectáculo de reggaeton en campaña electoral o la promesa de un jugoso puesto dentro del aparato estatal a cambio de un voto, es un pueblo que se enrumba al desarrollo. Si es al contrario, ese pueblo se dirige hacia la mediocridad, la incoherencia, la alcahuetería y el conformismo.

  2. Evasora Laura. Porque no es capaz de pedirle a un ministro su renuncia (o despedirlo en caso contrario) por miedo a que esto tenga un costo político, a que cierta parte de quienes la rodean, critiquen su falta de lealtad o de conveniencia hacia el futuro. La presidenta no enfrenta el liderazgo que le corresponde y eso se ve reflejado en las encuestas en las que la ciudadanía observa un gobierno sin dirección ni objetivos. La firmeza y la honestidad de Chinchilla han quedado muy cortas con respecto a la decisión de separar o despedir a sus ministros y diputados cuestionados por aparentes actos de corrupción o torpeza administrativa (se me vienen a la cabeza los casos Angulo, Jiménez, Tijerino y Todd, por citar algunos). En ese sentido, y para demostrar que no es un asunto de faldas o pantalones, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, le abrió la puerta de salida a cinco ministros en menos de un año por supuestos casos de manejo ilegítimo de sus carteras, lo que le significó una popularidad elevadísima, como ni el propio Lula la disfrutó. Laura debería aprender más de su colega brasileña, a ver si le vemos algún día una firmeza más honesta. Ella es evasora porque incluso sus ausencias en las conferencias de prensa en Casa Presidencial, los martes al medio día, son lamentablemente frecuentes y más cuando hay algún tema espinoso en la agenda nacional. En resumen, la presidenta gambetea, cual Messi en el último cuarto de cancha, cuanto problema, compromiso o contradicción se encuentra... solo que, contrario al argentino, ella lo hace hacia atrás.

  3. Evasoras las instituciones que se supone, controlan el Estado. La Contraloría, el Tribunal Supremo de Elecciones, las auditorías internas de las instituciones (empezando por la Caja Costarricense del Seguro Social), el Ministerio Público... ¿qué han hecho para evitar que el país llegue a un caos de ingobernabilidad como el que enfrenta ahora ? Poco o nada. ¿Dónde está el control de los gastos, las contrataciones, las concesiones ? ¿Quién tenía que evitar que se hicieran tantos chorizos con el financiamiento de las campañas de Liberación y de los libertarios ? ¿Dónde están esos responsables ? Preguntas, todas, sin respuesta evidente. Ha tenido en varios casos que llegar a la prensa a suplir su función, sin que este remplazo sea necesariamente conveniente.

  4. Evasor el PLN. Aunque ya es rayar en lo absurdo, y como canta Fito, llover sobre mojado, al partido de las franjas verdes y blancas parece tenerle sin cuidado la corrupción que reina entre algunos (varios... muchos!) de sus integrantes. En otra oportunidad había hecho una lista de los escandalitos y escandalotes que salpicaban la agrupación que fundó el expresidente Figueres Ferrer. Es triste que en los últimos años, cuando se escucha de un escándalo en administración pública inmediatamente uno piensa « y ahora quién fue en el PLN? ». Me parece que el partido más fuerte y de más trayectoria está muy en deuda con el país. Si realmente existiera un interés en la profundización de la honestidad en sus prácticas, el tribunal de ética liberacionista sería más estricto con quienes son acusados con pruebas en mano. Pero no, parece que es más fácil « hacerse el ruso » y seguir con sus chanchuyos, bajo la complicidad de altas esferas de conocidos apellidos que parecieran beneficiarse de esta situación o al menos permitirla sin sonrojo, quizá porque saben que también tienen rabo que les majen.

  5. Evasora la oposición. Sí, también, porque en lugar de hacer un esfuerzo y leer mejor el panorama político nacional para lanzar una respuesta fresca al ver naufragar al oficialismo en el Ejecutivo y en el Legislativo, se enfrascan en una infructuosa lucha política, que los hace ver como una masa de « más de lo mismo » pero dividida y sin norte alguno. Así será muy difícil quitarle el poder a un partido acostumbrado a ganar elecciones con maquinarias políticas y combos de McDonald's o BK. El electorado pide a gritos una oposición (o un partido) que realmente haga la diferencia, que se tome en serio el asunto de la representación y que haga eco del clamor del pueblo... pero parece que la inexperiencia o los intereses ocultos hacen que a los politiquillos ticos no se les ilumine el bombillo.

  6. Evasora la Iglesia (Católica). Sí, y ustedes bien saben que yo soy católico practicante. Pero eso no me inhibe de señalar a mi propia Iglesia en Costa Rica como una evasora de temas álgidos para la sociedad, principalmente en las últimas tres décadas, las mismas que me ha tocado vivir. Me basta recordar la desesperante parsimonia con la que actuaron los obispos durante la discusión del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, en la que básicamente tuvieron miedo a pronunciarse o a estudiar a profundidad los argumentos que uno u otro sector esgrimían (dato curioso, los obispos eméritos sí que lo hicieron apoyando al NO). Ni se diga de los compromisos políticos que, en mi memoria, se remontan a la amistad tan tristemente cercana que tenía el politizado Monseñor Román Arrieta con el PLN. ¡Cuánta falta le hace a mi clero, a mi Conferencia Episcopal, un Monseñor Sanabria que sea actor central en el engranaje social, o un Monseñor Coto que se haga escuchar ! Incluso, me encantaría imaginar algo así como un Óscar Arnulfo Romero marchando entre los pobres y organizando comunidades, pero me parece que ya es demasiado pedir. Los obispos y la alta jerarquía, muy cómodos en sus casas diocesanas, como que se les olvida lo proclamado por Jesús en la Última Cena : « el que quiera ser el primero entre ustedes, que sea también el primero en servir ». Costa Rica hace rato que pide a gritos una Iglesia más proactiva, más fuerte, que se haga escuchar y no solo en temas que la doctrina dogmática exige. Pero tristemente parece que es más simple capear el torbellino escondiéndose, dejando al rebaño sin pastores... A Dios gracias, y como siempre lo he dicho, la base de la Iglesia sigue sacando la cara por ella.

  7. Evasoras las otras iglesias, sectas y demás yerbas. Esas ni se sienten. Simplemente cobran diezmos y ya (y mandan diputados a la Asamblea Legislativa para protegerles el negocio). Aunque no echaría a la Iglesia Luterana en este saco. Independientemente de compartir o no sus posiciones, ellos sí que se hacen sentir.

  8. Evasores los medios. ¡Obvio ! Estos son grandes evasores, pero así, pongámoslo con mayúsculas : GRANDES EVASORES. Porque todos los días, la mayoría de las empresas de información, en lugar de invertir su tiempo, páginas y bits en buscar noticias que brinden un verdadero servicio a su público, lo que hacen es entretener, darle opio al pueblo, recetar estupideces de fácil producción y consumo. Y lamentablemente, ante el bajo capital cultural en nuestra gente de menor calidad educativa (que por cierto, es la que termina eligiendo presidentes y diputados), el objetivo es fácilmente conseguido : un control por letargo, la contentera de un placebo de mandar mensajes para elegir « a quién salvar ». Todo lo que sea para crear infobasura que se produzca y venda rápidamente. El contenido al final no importa, lo que interesa es que el cliente quede lleno y vuelva por más, aunque lo que consuma sea mierda. En este apartado podría meter también a varios colegas, que como lo he dicho en otras ocasiones, simplemente se acomodan a la mediocridad de su medio y se les olvida la seria responsabilidad que implica comunicar. Pero supongo que se les olvida que no estudiaron solo para gozar de un sueldillo medio digno y a menudo no representativo, todo con tal de preservarlo (al menos para los que logran ganar el mínimo y no son explotados por los medios, bajo la bendición del Colegio de Periodistas, experto evadiendo su responsabilidad de velar por la protección del gremio).

  9. Evasora la clase alta, porque desde hace años se convirtió en una burbuja que vive en residenciales cerrados, paga altos precios por tener a los chiquillos en colegios privados, jamás acude al Seguro Social y por lo tanto se cuestiona sobre por qué pagar por un servicio que no utiliza. Un segmento minoritario de la población a la que simplemente le tiene sin cuidado las penurias que pase el resto de gente, porque ellos con su dinero pueden comprar los bienes y servicios que están económicamente vedados para los demás. Y sin sorpresas, es ahí donde están los mayores defraudadores del fisco, en las grandes empresas y casas de lujo. A ellos les debemos el plan fiscal que el gobierno y buena parte del PAC buscaban aprobar.

  10. Evasor el sector académico. Los estudiosos y sabelotodos de las universidades (hablo de las estatales, no de las empresas de la educación superior que en su mayoría venden títulos y se dedican a su negocio). Mucho estudio, mucha lectura, mucho análisis, pero poco resultado que impacte la realidad nacional. Forman parte de una élite intelectual, que aunque crítica, no pasa de filosofar encerrada en sus bibliotecas y discusiones intelectuales alrededor de una copa de vino y unos libros de Marx, Cortázar o Bordieu. Pero no solo las mentes universitarias son pilares esta evasión. Siempre he creído que el verdadero desarrollo del país se alcanzará (permítanme soñar un poco) el día en que la educación costarricense sufra una verdadera revolución y que a nuestros niños, comenzando por las zonas más pobres y alejadas del país, se les permita explorar y explotar esa curiosidad innata que ya traen. El día en que se les explique por qué deben adquirir ciertos conocimientos, en lugar de hacerles creer que con una nota mayor a 65 ya pueden pasar el año y seguir sumidos en la mediocridad, creo que la mentalidad de nuestro pueblo comenzará a cambiar. En resumen, todo mejorará en el momento en que el Ministerio de Educación y los maestros y profesores dejen de evadir sus respectivas responsabilidades y hagan pensar a los niños y jóvenes de nuestro país. Aquel día estaremos forjando una generación que sin duda acabará con el monstruo de la ignorancia y del conformismo que heredaron la memoria y la pereza. Será entonces el final de un sistema educativo expulsor de estudiantes que no desean sentarse más en los pupitres de las aulas, porque se les fomenta el aburrimiento, el desgano y el sinsabor de conocimientos poco útiles en el mundo profesional. En fin, una educación cómplice de las desgracias de una sociedad alfabetizada, sí, pero muy poco analítica.

  11. Y para concluir con esta lista... evasor YO. Porque no niego que este tipo de hechos me convencen cada vez más que ya no hay solución. Porque al ver todo lo que pasa, siento demasiadas ganas de volver a subirme en el avión y marcharme de nuevo a otro país que, aunque no sea mejor en muchas cosas, al menos no es mi patria, lo cual me derrama bilis a mis enojos e indignaciones. Porque indiscutiblemente es mucho más fácil ver los toros desde la barrera que sentir la corneada a raz de la espalda. Sí, yo como todos ustedes también me siento evasor porque no veo (o no me da la gana ver) soluciones. Porque me aburrí hace ya bastante tiempo de un país que no quiere avanzar, de gente sin criterio que sigue eligiendo a los cretinos de siempre. Porque cada vez me siento menos « made in Costa Rica » y más apátrida, producto de la desazón, el desgano... o para ponerlo en tico, de la agüevazón, y por eso acudo al valeverguismo. Sí señores, me acuso. Yo también soy evasor.

miércoles, 14 de marzo de 2012

"El Regreso" y mi regreso


"César"
César : « aquí vivo yo, sabía ? O sea, esta es mi casa»
Antonio : « sí, yo se »
César : esta es mi choza. Ve ese edificio, ahí, hecho mierda ? El basurero al revés, el poco de cables. Esta es mi choza. Esto soy yo, esto soy yo ! Cuando usted entra a una casa, usted no empieza a decir que todo es una mierda.
(…)
César : qué cree usted mae, que es el único que tiene problemas mae ?
Antonio : no, lo que pasa es que yo pongo un pie en este país, me bajo del avión y lo único que hago el día entero es darle explicaciones a la gente.
(…)
César : pero yo soy de aquí
Antonio : y a mí qué ?
César : su tata, Sofía y su sobrino !
Antonio : pero yo no !
César : pero yo sí !
Antonio : y a mí qué ?!
César : que yo soy su amigo !

Extraigo esta partecita del guión de « El Regreso » porque fue la que más me llegó. Desde que oía hablar de esta cinta estando en París, sin saber de qué trataba, de alguna forma u otra me sentía muy identificado. Ahora, acabándola de ver, me veo en un espejo en muchas de las características de Antonio, el personaje principal.

Yo, como Antonio, me siento agobiado ante un país del cual quise (y a veces, todavía quiero) salir corriendo. Ok, en mi caso no fueron 8 años, fueron 3, pero igual lo considero suficiente tiempo como para comenzar a sentirse que uno no es de aquí ni de allá.

No le niego a nadie que extraño Francia. Tampoco que me tengo « prohibido » ver cualquier cosa que tenga que ver con París, porque me agarra inmediatamente una nostalgia que me cuesta manejar, más sabiendo que ya no voy a volver. Y aunque podría hacerlo, porque tengo el dinero y los papeles, se que ya no es realista.

Como Antonio, odio ver San José. Me sentí particularmente vinculado al recordar cuando me monté de nuevo, tras 2 años de no hacerlo, en un bus Station Wagon al día siguiente de haber vuelto. Los temas de conversación en ese viaje de la gente que viajaba a mi alrededor fueron : los asaltos, la vuelta de Chema (de quien por cierto, según le escuchaba a la señora de al lado « era un señor muy inteligente y muuy bueno») y no recuerdo qué otra cosa más. Cuando llegué a San José me tocó caminar por la Coca Cola, ver los vendedores ambulantes, oirlos gritando, las aceras capitalinas prácticamente bloqueadas de gente... bueno, no se para qué les cuento, si ustedes también conocen y viven esa situación casi a diario. En fin, un baño de realidad nacional a profundidad.

Champs Elysées, diciembre pasado.
De las últimas fotos que tomé allá.
¿Para qué ser hipócritas ? Francamente, entre Chepe y París ¡me quedo un millón de veces con París ! Porque definitivamente, el quiosco del Parque Morazán no se compara con la Torre Eiffel, ni el Paseo Colón con Champs Elysées y mucho menos el Teatro Nacional con L'opéra de Garnier. Tampoco voy a decirles que canto la parte de « yo no envidio los goces de Europa » solo para quedar bien... porque me siento poco honesto haciéndolo. ¿Cómo no voy a envidiar un transporte público seguro y eficiente, calles ordenadas, aceras anchas, caminar sin temor a ser asaltado ? Y eso solo por nombrar unas cuantas razones...

Entonces ustedes me dirán, como le dijo César a Antonio : « sabe qué, agarre un avión y no vuelva ». Y ahí es donde viene el punto de giro de esta historia y la razón por la cual puse ese segmento del guión : porque a mí, como a Antonio, me ata lo que amo. Ni él ni yo tuvimos una razón para amarrarnos a nuestro sitio en el extranjero. Porque a pesar de todas las tristezas del mundo subdesarrollado, tan bien retratadas en la película, este sigue siendo irremediablemente nuestro hogar, el sitio donde nacimos, donde vivimos nuestras aventuras de niños, donde nos enamoramos, donde vacilamos con los amigos... donde tenemos nuestro bien más apreciado en el mundo : la gente que nos ama (aunque pueda ser poca, pero incluso si fuera una, valdría la pena regresar).

Sofía y Antonio
A mí personalmente no se me ha facilitado mucho la vida desdeque el vuelo de Condor proveniente de Frankfurt aterrizó a las 6 de la mañana de aquél 5 de diciembre. Si antes había cosas que odiaba del país, ahora las odio más. Ya me han chocado (con la fuga del responsable incluída), me he tenido que « agarrar » con gente, he tenido que tolerar actitudes tercermundistas que rechazo... incluso en mi misma familia, debí habituarme al « chineo » de vivir de nuevo en la casa de mis papás, aunque eso signifique sacrificar mi crecimiento personal del que tanto me jactaba en Francia Pero a pesar de todo eso, en el fondo soy honesto conmigo mismo y la verdad, estoy mejor aquí de lo que estaría allá, con muchas ventajas pero sin gente que me amara como me aman acá y con un trabajo, gracias a Dios, estable, agradable y bien remunerado.

La eterna disyuntiva de que, cuando uno se va tanto tiempo del lugar donde creció, ya nada vuelve a ser igual. Y aunque he tenido que ir « agachando la cabeza » en muchas cosas, también he podido comprobar que Dios no me ha dejado solo, y ahí va, ayudándome.

Tres meses desde que volví, lo de Francia parece ahora un sueño, muy lindo, muy largo, pero del que ya desperté. No se los niego : todavía no lo supero. A veces me da nostalgia, a veces simplemente cierro los ojos y veo para delante... a veces prefiero ni acordarme. Pero creo que bien vale la pena dar lo mejor de uno para que la gente como César, que sabe que « esta es su choza » y que de aquí no van a (poder) salir, la pasen lo mejor posible. No digo que yo vaya a cambiar el país (hasta risa me da solo escribirlo). Tampoco creo que Costa Rica vaya a mejorar (creo que es todo lo contario), pero bueno, al menos no seré cómplice de esta debacle y mi estancia aquí servirá para solidarizarme con la gente... Porque sea como sea, y a pesar de que me gustaría en el fondo que fuera diferente, mi país es mi país, y a él también me siento atado, porque aquí nací, aquí amé y aquí viviré.

viernes, 20 de enero de 2012

Un día a la vez


Sssshhh! Sin hacer mucha bulla. Porque esto es algo medio íntimo. Silencio por favor.

Esto de vivir duele, sufre, destroza. Significa muchas veces renunciar a lo que más querés, a lo que anhelás. Es como si de tu corazón una capa se desprendiera sin entender por qué... porque basta con saber que así pasa y que es normal.

El comenzar de nuevo es de valientes. Más cuando parece que ya no hay de dónde. Te sentís solo, sin nadie que te empuje, que te acompañe. Eso duele quizá tanto como lo otro. Porque adelante hay tantas interrogantes... y no tenés idea de qué camino coger, salvo atinar a defenderte.

El surgir de las cenizas como el fénix es de grandes. Quizá por eso siempre he dicho que me encantaría que ese animal mitológico existiera. Porque te motiva y te da esperanzas, te hace créer que cuando no hay nada posible, la meta se hace posible.

En ese sentido, mi inspiración propia es Cristo y su resurrección. Lograr el mayor de los éxitos cuando todos lo creían fracasado. ¡Oh Dios, cuánto me falta aprender de vos! Desearía dejar de ser tan orgulloso, tan petulante, tan soberbio... y de una vez por todas aprender a dejarme llevar por tus impredecibles caminos.

"¿Y ahora, qué hago?" Exclama mi corazón. El pobre, no es para menos. Ha sufrido, ha mejorado, pero sigue sufriendo, porque sigue amando. Porque ambas son humanas. Y sin amar el autoflagelamiento, sufrir te hace recordar que estás amando y eso es vivir.

Las cosas que hoy no tienen sentido, las tendrán luego. ¡Pero cómo me cuesta esperar a que llegue ese momento! Cuán difícil es soportar los designios de Dios cuando tu fe es mediocre, porque confiás más en vos mismo que en Él. Porque creés que lo que te conviene es lo que exigís haciendo berrinches, como niño malcriado que grita si no tiene lo que quiere.

Cuán duro es educar al alma a sentir paz, cuando su ambiente la invita a lo contrario. Vivir, en la mayor parte de los casos, es un ejercicio de prueba y error. Y no es desear ver la vida en blanco y negro con un montón de grises... es saber que cuando uno de esos errores se transforma en éxito, entonces toma colores tan hermosos que olvidás los opacos.

Por ahora, me es imposible entenderlo y entenderme... me hago muchas preguntas y me faltan muchas lecciones, supongo, para poder dominar esta materia. Me parece que no tengo por qué angustiarme...

… un día a la vez, dijo un sabio hombre en el pueblo italiano de San Giovanni Rotondo... hace muchos años... un día a la vez.

lunes, 2 de enero de 2012

2012: el año del reinicio


Atardecer de ayer, 31 de diciembre en Esparza, Puntarenas.
Primero de enero del 2012. Frente a mí, a lo lejos, tengo las luces titilantes de Puntarenas y Barranca. Una brisa tibia y suave recorre esta especie de montaña con vista al mar en la que me encuentro. Todavía observo a lo lejos algunos juegos de pólvora, aunque ya el año consumió sus primeras dos horas de vida. Resulta casi sorprenderte recordar que hace doce meses me encontraba en aquel pequeño, frío y solitario cuarto parisino, del distrito VIIeme. Muy lejos está ahora la añorada París, capital de la soñada Francia, que tanto costó lograr. Me encuentro hoy en Costa Rica, con mi familia, de forma aparentemente definitiva.

Para no perder la tradición, aquí va mi reseñita del 2011 y mi visión sobre lo que tendrá este ya presente 2012. Y la verdad siento que entre uno y otro, existe una estrechez algo compleja. Si algo tengo que decir del 2011 es que, tal como los deseos lo expresan cada 31 de diciembre, fue un año prospero. No lo escribo monetariamente hablando. Lo digo en cuanto a experiencias de vida, de esas que les he comentado repetidamente en estos últimos años. De las que me han permitido sentirme ahora más seguro de mi mismo, más persona, más completo, si se quiere.

Mi última vista de Grenoble, el lugar que me recibió en Francia. Foto de 
mediados de noviembre.
El 2011 me trajo muchos regalos. Sin duda, el que más valoro es la contrariedad del diario vivir, lo que implica también la paradoja de no lograr todo lo que siempre quise, y sin embargo, sentirme feliz conmigo mismo. La gran decisión de los pasados doce meses consistió en seguir o quedarme en Francia. Costó un montón tomarla, tal como se los comenté en el post anterior. Cada amanecer traía consigo soledad y satisfacción que formaban parte de mi pan diario parisino. Fácil no fue y no lo sigue siendo. Hipócrita sería si dijera que ya superé el hecho de haberle dicho adiós a “mi Francia”. Hay muchas cosas que extraño. Pero en el casi mes que llevo de vuelta en tierras ticas, he vivido ya mucho de lo que extrañaba. Y tampoco me he arrepentido ni un solo segundo de estar donde estoy.

Tumba de San Francisco. Asís. Abril del 2011
Parte de ese crecimiento me lo dio el ingrediente principal que identificó al 2011: la gran cantidad de viajes realizados y de experiencias vividas. Especialmente entre abril y mayo, el haber estado en Islas Canarias, Italia y China me ayudó a tener una visión mucho más global del mundo. Lo del archipiélago Canario hizo darme cuenta que la situación para concretar mi máximo sueño, el de ser periodista en Francia, o en su defecto en Europa, no sería nada sencillo por una razón bastante simple: la crisis económica estaba golpeando más de lo que yo creí. El viaje italiano, en cambio, me sirvió para ver otra cosa: Dios me estaba haciendo demasiada falta en mi vida. Y no porque no estuviera del todo, pero lo tenía alojado en el patio, en lugar de darle un cuarto, el más grande de mi espíritu. El Viacrucis con el Papa, la Vigilia Pascual en aquella humilde parroquia de las afueras de Roma, mi oración ante la tumba de San Francisco en Asís mientras cantaba “Hazme un instrumento de Tu paz” (que por cierto, no pude terminar de entonar), la sensación de tocar la tumba del (San) Padre Pío en San Giovanni Rotondo y la vuelta a Roma para vivir las actividades que enmarcaron la beatificación de Juan Pablo II fueron más que suficiente para que Dios me hiciera recordar cuánto necesitaba de Él, cuánto vacío tenía mi alma sin su presencia y cuánto requería de su amor para hacerle frente a mis retos. Que sin Él no podía nada, pero con Él, todo. Y luego, inmediatamente, sin posibilidad de respirar, llegó China, mi última parada en mi viaje de maestría. Otra cosa totalmente diferente a lo que sea que haya vivido en el pasado, algo que ya conté en mi comentario de junio. El año terminaría con un viajecito vacacional a la muy elegante y suntuosa Londres para no venirme con el “pique” de no haberle dado una vueltita… y mi retorno a esta tierra que me reclamó como suyo.

Yo practicando caracteres chinos en Tonghai, China. Mayo 2011
Y si dificultades hubo en el 2010, el 2011 fue abundante también en ellas. La memoria para graduarme como master del CUEJ – Université de Strasbourg, el estrés de no tener dónde quedarme en París a la vuelta de esos viajes ya mencionados. La habitual batalla con las maletas en el metro parisino, una varicela para nada bienvenida pero que me hizo acordarme de cuán humano soy. La lucha por lograr tener los papeles que me permitieran permanecer en Francia. El estrés causado por un ritmo de vida compartido entre la nueva “U” y RFI, el tener que convivir con gente no necesariamente agradable, y por sobretodo, esa sensación de soledad e impotencia que se negaba a abandonarme, lo que terminó de convencerme de comprar ese tiquete de Frankfurt a Alajuela.

Es evidente que mi regreso al final del año significó ponerle un punto y ¿final? a ese sueño labrado durante tantos años atrás. Era decirle adiós a Francia y a esa ilusión que tuve desde mis más tempranos años de pubertad. Pero era eso o admitir que seguiría viviendo infeliz sin una razón, ya, necesaria o lógica. Todo sueño merece sus sacrificios, estamos de acuerdo, pero también creo que es parte de la madurez de cada quien saber cuál es el momento de aceptar una aparente derrota, o al menos, de cambiar de ángulo en la batalla para conquistar victorias que no parecían tan relevantes.

Champs Elysées, iluminación 2011.
Como lo mencioné antes, fácil no ha sido. Aún hoy no termino de aterrizar. Me da pavor sentir que me equivoqué, aunque sinceramente, y no lo digo como “terapia autoayuda”, hasta ahora no he sentido que mi regreso se haya tratado de un error. A veces ciertas cosas que creemos parecían buenas o correctas no lo son y cuesta aceptarlo. Me ocurrió montones de veces en diferentes temáticas de mi vida y me sigue ocurriendo incluso ahora. Pero Dios (y el tiempo) traen la respuesta. El 2011 me terminó de mostrar lo que soy capaz, me regaló un título de maestría añorado, el sentirme periodista en una ciudad que siempre había soñado, superar problemas de salud, relaciones sociales y economía: el mundo no se cayó. Hoy soy más fuerte que nunca gracias a las derrotas y dificultades pasadas. Entonces, ¿por qué habría de sentirme menos o perdedor? De ninguna manera. Esas experiencias forjan nuestras capacidades como el hierro en el fuego. Entonces que me sigan metiendo en hornos. Soy consciente que el peor rival que tengo soy yo mismo. El peor obstáculo de mi vida lo encuentro siempre en mi mente.


Todo lo anterior sirve como requisito cumplido para enfrentar a lo que he denominado, el año de mi reinicio: el 2012. Todo, o casi todo comienza de nuevo. Nuevo trabajo, nuevo apartamento (porque ya comprobé que la casa de mis papás significa un retroceso para esa búsqueda de “mi yo”, que emprendí desde el momento en que partí para Francia). Nuevo carro (puede verse como algo sin importancia, pero para mí significa esa consolidación de independencia que busco), nuevos amigos que sin duda vendrán, los cuales complementarán de forma gradual a mi reducido grupo de gente valiosa con el que cuento. En resumen, llegó el momento de “quitarle la pausa” a la película de mi vida en Costa Rica que les comenté repetidas veces. Llegó la hora de enfrentar lo que dejé aquí, con una mejor armadura y capacidad de reacción. Si al 2011 le tenía mis temores, al 2012 lo veo como un reto a vencer: demostrarme a mí mismo que lo dejado en Francia tendrá valor siempre y cuando logre complementar con hechos mi potencial. Quiero llegar tan alto como pueda. Y no hablo de vanaglorias, de títulos o cuentas bancarias. Hablo de mí mismo, de mí superación, de mi anhelo de vencerme. No hay razones para no creer(me)lo posible. Solo le ruego a Dios humildad para no olvidarme de dónde vengo, el por qué hago lo que hago y hacia dónde voy. El día que pierda mi norte, no seré más que un estúpido arrogante, un desalmado de la vida, como muchos que he visto repetidas ocasiones pasar a mi lado y que han terminado en la nada.


Mi abuela y yo, el día de mi regreso a CR. Para "el cierre" de la 
publicación de este comentario,  doña Adilia se encuentra en el hospital, 

muy mal, producto de una complicación pulmonar.
Sobre lo laboral, tengo claro lo mucho que puedo aportar, el reto estará en no decepcionar a nadie, empezando por mi juez más estricto: yo mismo. En cuanto al aspecto sentimental, vamos tranquilos. Ni urge, ni precisa y tampoco desespera. Si algo conveniente se da en estos 366 días venideros, pues bienvenido será… y si no, seguiremos en paz. Lo único que realmente me inquieta del plano personal es la salud de mi abuela, a quien se le ha complicado su salud desde hace mes y medio. Mi linda Adilia, con casi 96 años, se encuentra en el final de su vida, una vida llena de actividad, de fe, de ganas… una vida que yo quisiera emular, aunque me quede corto. Lo que me deja satisfecho es que ella sabe cuánto la amo y viceversa. Dios hará lo que tenga que hacer y dará el valor para enfrentar lo que haya que enfrentar. Vamos adelante, sin miedo.

Plano político - social, pues el pronóstico es bastante desalentador. La sonada vuelta de Chema, la absolución del “pobrecito” de Rodrigo Arias Sánchez, “víctima” de una acusación sin pruebas, el derrumbe del Movimiento Libertario por sus acusaciones de hechos manchados por corrupción y la falta de una respuesta clara y creíble desde la oposición… sindicatos que siguen luchando por sus intereses y no los del país en general, una Iglesia jerárquica más dormida que nunca, que ya ni habla… y medios de comunicación que siguen proponiendo programas faltos de neuronas pero ricos en viejas tetonas (para que rime)... en fin, un país insípido, con el que ya no sueño, porque ya no se atreverá a atreverse.

Vista que tenía de Puntarenas al momento de redactar este post.
Las estrellas que tengo sobre mi cabeza en el momento de finalizar este comentario me recuerdan que a veces es necesario ver al pasado para aprender de él y aplicar ese conocimiento en el presente. Las pequeñas alegrías vividas en el 2011, entre las que destaco ese abrazo de recibimiento de mis padres y hermanos, la mañana del 5 de diciembre, deberían de ser suficientes para convencerme de que esta vida es lo suficientemente hermosa para vivirla. Y la oportunidad de comenzar de nuevo será aprovechada. No la dejaré caer. No ahora que se de lo que soy capaz. Si lo logré en un ambiente difícil, casi hostil, no veo por qué no sería capaz de hacerlo ahora que el viento, finalmente, vuelve a estar a mi favor.

Exitoso y bendecido 2011 para todos ustedes, los que han tenido la paciencia de leer estas líneas. Un abrazo. El Pablo de siempre. Y... Señor, en Vos confío.