miércoles, 8 de enero de 2014

Mis “X” para el 2 de febrero

Aunque yo sé que decir por quién pienso votar el próximo 2 de febrero no variará nada el resultado, quiero compartir con ustedes el análisis que hasta la fecha he hecho de la oferta política que hay y de lo que puede venir con el futuro presidente de la República en los cuatro años que se nos avecinan...

Antes de escuchar cualquier crítica de “un periodista tiene que ser objetivo” (señores, noticia: la objetividad no existe) quiero aclarar que un periodista es tan ciudadano como cualquier otro, con derecho a expresarse libremente sobre lo que piensa, sin recibir presiones de ningún tipo y de ningún lado, llámense estas: medios, colegas, círculos políticos, empresariales o etc. Ya viene siendo hora de que este gremio se despierte y reclame su derecho a pensar.

La razón por la que aclaro esto, antes de entrar en materia, es muy simple: hay gente que cree (o que se lo cree) que los periodistas somos transmisores “objetivos”, 100% imparciales, sin tintes de ningún tipo, algo así como un cable inerte que transfiere datos de un lugar a otro. Los periodistas pensamos, preferimos a un candidato más que a otro y tenemos nuestro derecho a analizar (posiblemente lo hacemos más, fuera de micrófono, que la mayoría de profesionales).

Ahora bien, la profesionalidad a la hora de comunicar se demuestra cuando, en el momento de informar, el tratamiento es igualitario para todas las posturas y candidatos. No porque yo sea de centroizquierda voy a negarle el micrófono a Otto Guevara. O porque yo haya votado por el PAC trato con menos respeto a Johnny Araya. O bien, porque crea que el PUSC es un partido que debe desaparecer debido a sus horribles actos de corrupción, voy a tergiversar lo que dice Rodolfo Piza. La información debe ser lo más imparcial posible, lo contrario sería irrespetar al público que nos lee / escucha / ve, pues al final, es quien debe forjarse su propia opinión. Pero irse al otro extremo también sería irrespetar nuestro derecho a pensar, a opinar, a expresarnos y a valorar la información que procesamos todos los días.

Volviendo al tema del principio, mis “X” para las elecciones ya tienen su casilla elegida (a menos claro que pase algo dramático) y, sorprenda tal vez a algunos o no, no será para el mismo partido en ambas papeletas. De hecho, nunca lo ha sido. Me hace reír cuando alguna gente (sobre todo un par de ministros por ahí) en Twitter jura y perjura que yo soy “PAC” de hueso colorado. Sin duda les duele cuando uno es crítico con el PLN y con el peor gobierno que este país recuerde: el de Laura Chinchilla. Pero no. Si bien es cierto soy centroizquierda (nunca lo he negado y, al contrario, lo he dicho abiertamente) y el PAC es el partido con el que me siento más identificado, eso nunca ha limitado que lo critique, que me enoje con las estupideces que alguna gente ahí adentro ha hecho y que sienta que ha ido perdiendo el rumbo por el que fue creado. Hago mías las palabras que dijo alguna vez un tuitero del que no recuero su nombre de usuario: “el PAC es el partido que todos quisiéramos que fuera, pero que nunca ha sido”. No obstante, admito que, de lo que hay, es lo que se me hace más cercano.

Así que bueno, al mejor estilo de los medios internacionales de prestigio (¡oh comapración!) les confieso que la línea editorial de “A título personal” apoya al candidato del Partido Acción Ciudadana, Luis Guillermo Solís, para los comicios de febrero. ¿Por qué? Pues básicamente porque de toda la oferta actual, considero que es lo mejor que le podría pasar a este país. Don Luis Guillermo, un hombre austero incluso en su personalidad, que le ha costado “soltarse” para hablar, cero populista, de altos conocimientos en ciencias políticas y coyuntura internacional, ha sido honesto hasta donde me da la información; íntegro, comprometido con todo lo que ha desarrollado y fiel a sus convicciones éticas y morales. No en vano renunció a Liberación Nacional cuando vio que Óscar Arias impulsaba su reelección inconstitucional con la complicidad de quienes estaban en ese partido. Él, a diferencia de Ottón Solís, tiene un estilo mucho más de escucha, de negociación, lo cual no quiere decir que se traicione a sí mismo.

Ojalá los costarricenses se dieran el tiempo, como dicen sus anuncios, de conocerlo. Lamentablemente confieso que ese detalle hará que posiblemente pierda las elecciones. Yo nunca he votado para ganar, tengo muy claro que la política no es un partido de fútbol, por eso no me importa si gano o no en febrero, aunque evidentemente, creo que lo mejor para Costa Rica es que Solís triunfe. Si la Liga no volviera a quedar campeón en la vida, eso no me afectaría más que el hecho de celebrar una o dos noches al año. Pero si el país no se atreve a mejorar, eso sí me jode el entorno, las posibilidades de surgir, de transitar por mejores carreteras, de caminar más tranquilo sin miedo a ser asaltado, de tener un transporte público más ágil, un Estado que apueste por la investigación científica o por acelerar procesos para que las cosas avancen con un sentido de equidad, inclusión y transparencia.

El problema con Luis Guillermo es querer ser presidente de forma casi advenediza, sin avisar y sin darse a conocer más que en los círculos académicos del país. Y un presidente no se construye de la noche a la mañana. Los “outsiders” rara vez tienen éxito a menos que posean un don muy especial (como la oratoria de Obama en el 2008). En fin, repito, votaré por Solís no porque crea que vaya a ganar, sino porque necesito tener mi conciencia tranquila en los próximos cuatro años y porque concienzudamente creo que es la mejor opción entre lo que hay.

No votaré... porque...

No votaré por Johnny Araya porque... ¿en serio hace falta explicarlo? Porque estuvo 20 años al frente de la Municipalidad de San José y sigo viendo a la capital de este país como una de las ciudades más horribles del mundo, llena de contaminación, caos vial, indigencia, descuido, calles en mal estado, contaminación sónica y visual... en fin, una ciudad en la que no dan ganas entrar y de la que uno quiere salir. Eso quiere decir que este señor de planificación no sabe un comino y que si fracasó durante tanto tiempo como alcalde, no hay razones para pensar que va a tener éxito como presidente.

Porque don Johnny, a pesar de que ahora venga a decirnos que él simboliza la “renovación” del PLN, nunca fue capaz (ni le interesó, ni le servía) de criticar a los últimos dos gobiernos de turno, o al de José María Figueres, para realmente diferenciarse políticamente de quienes ahora critica por haber perdido el rumbo, y ahora más bien en su publicidad se dedica a rescatar los "logros" de los gobiernos verdiblancos.

Como si fuera poco, Araya tiene 10 causas pendientes en el Ministerio Público, porque no me genera confianza, porque mucho se ha dicho de un presunto lucrativo negocio que hay a expensas de cada adoquín puesto en los bulevares que él ha hecho construir en San José. Y para rematar, se niega a asistir al debate que organiza Transparencia Internacional... ¿será que no le sirve que le saquen en cara todos los desmadres que ha protagonizado su partido por presuntos actos de corrupción?

Araya es cómplice de la debacle y la falta de credibilidad que sufre el país desde hace años. La muy honorable gente que quedaba en el PLN con alguna capacidad de cambio ya se fue, porque se dio cuenta que ahí no hay nada qué hacer. Es una agrupación tomada por la derecha casi neoliberal, al punto que su propio presidente, Bernal Jiménez, lo reconoció tácitamente en una entrevista publicada en La Nación hace unos 3 años (desgraciadamente la googlié y la busqué en mis links y no encontré el artículo, pero lo recuerdo perfectamente).

Seguimos con Otto Guevara... y aunque para estas elecciones hubiera sido bueno para el Movimiento Libertario buscar otra figura, lo cierto es que el gamonal de esa agrupación no suelta el churuco y sigue presentándose como “el cambio”, cuando ya todos sabemos que él es “más de lo mismo”. Otto no solo lleva sobre sus hombros el pesado fardo de las cuentas fantasmas de la pasada campaña política en las que presuntamente se favoreció, sino que su discurso: sabido, cansón, predecible, incoherente y elitista, impide que uno le crea media palabra.

Su capacidad en el Movimiento Libertario para liderar quedó más que en tela de duda después de ver la bancada saliente en la Asamblea Legislativa: diputados que ya no lo apoyan y una fracción que se dividió y se volvió a dividir en diferentes ocasiones, la más visible de ellas en la elección del directorio del pasado 8 de mayo. Otto no es sino un figurín, que hace anuncios de campaña como si estuviera vendiendo combos de McDonalds o detergentes para amas de casa. Alguien que piensa que con el mismo “mae chingo” de hace 4 años podrá alcanzar resultados diferentes. En fin, para mí Otto es un cero a la izquierda y de los candidatos con posibilidades, lo peor que le podría pasar a este país es elegirlo a él.

Luego viene Villalta. Y aunque a José María le admiro su tesón y empuje de juventud, me parece alguien en el fondo sin pilares fuertes, sin coherencia ideológica (ya ahora recordó lo que la Doctrina Social de la Iglesia dice y lo promulga sin tapujos en los debates). Villalta puede tener el carisma en ciertos sectores, principalmente entre la juventud, pero no tiene nada más. Carece de madurez, de visión, de un equipo que lo acompañe y de un proyecto de país que justifique su presidencia.

Un posible gobierno del Frente Amplio tiene un serio problema: la incertidumbre de lo que se podría venir. Realmente no sabemos qué esperar de un partido que solo ha tenido un diputado por cuatrienio en Cuesta de Moras y ante posturas en las que se dice y se desdice (como el aborto generalizado para las mujeres). A Villalta lo dejó además muy mal parado la entrevista hecha por Alberto Padillaen CB24, donde demostró que le falta mucho colmillo ante cuestionamientos ideológicos y que realmente está en pañales. Tal vez en un futuro, cuando madure más y adquiera mayor experiencia, sea una opción, pero por ahora no lo es.

Continuando con Rodolfo Piza, aunque sé que es de derecha y que está indisolublemente vinculado con el PUSC, creo que es un hombre que piensa, meticuloso y que conoce lo que está hablando. Desgraciadamente su punto en contra es el socialcristianismo, el haber sido ungido por su partido como candidato bajo la bendición de los Calderón y los Rodríguez, que aunque escondidos, siguen teniendo poder y presencia en ese partido. Cualquier cosa que venga de rojo y azul, por buena que sea, no es opción por el simple hecho de que su partido le hizo demasiado mal a la democracia de este país y más aún al sistema de partidos políticos, en conjunto con la desfachatez del PLN. Los resabios del bipartidismo del Siglo XX deberían quedar fuera para siempre, pero la democracia es así, no lo que yo quiera o crea, sino lo que el tico promedio dice e insiste, y es ahí donde nos jodemos normalmente cada cuatro años.

Y luego viene el resto, candidatos en los que uno puede sentir cierta simpatía, pero que uno sabe que no podrán llegar ni a la vuelta de la esquina con sus partidos y apoyos, y que tampoco son muy conocidos, o bien, que por conocidos tampoco son opción (el caso de Justo Orozco es el más evidente). Así que, una vez más, ante lo que hay, me parece que mi voto para presidente será para la casilla rojiamarilla el 2 de febrero.

Ahora bien, sobre los diputados, tenemos casi el mismo problema de siempre: ni idea de quiénes son. Permítanme recordarles que mi domicilio electoral está en la Escuela Juan Rafael Meoño, en mi querido y amado barrio El Llano, en el centro de Alajuela (el mismo en el que nació y vivió uno de mis héroes históricos, Carlos Luis Fallas). Y como voto en esta provincia, el partido que ganará mi elección no será el PAC. La razón más fuerte está en que el primer lugar del PAC por Alajuela es un señor que ni siquiera es del cantón, del que me han hablado muy mal y que no me merece mi mayor atención.

Pensaba, en un inicio, dar mi voto para diputado al Frente Amplio, bajo el temor de que el PLN podría tener una mayoría inmensa en la Asamblea y que harían falta diputados que “jodieran” a un eventual gobierno de Johnny Araya a más no poder. Sin embargo, ya quedó claro que esto no será así y que el Congreso quedará nuevamente muy dividido con un Frente Amplio con muchos diputados. Siendo así, y ante la oferta que hay en Alajuela, me encontré con la agradable sorpresa de que el cantautor, historiador y no sé qué más, Dionisio Cabal, está como candidato a diputado por el partido Alianza Patriótica (o mejor dicho, lo que quedó del NO al TLC hace 7 años).

Don Dionisio tendrá mi voto para diputado porque es una persona con mucho conocimiento, que sabe bastante de lo que es el costarricense, su forma de ver la vida, su idiosincrasia y valores. De todos es al que mejor conozco, me parece una persona muy coherente, y aunque yo no participe necesariamente de todas sus posturas, sé que aportará algo que el plenario legislativo perdió hace rato: prestigio y señorío.

Los demás partidos, más o menos por las razones ya explicadas, no tendrán mi voto para diputados. No me voy a arriesgar a dar mi “sí” a una persona que no tengo idea de quién es y que no sé si me irá a representar bien o no y mucho menos a partidos desgastados o cuyos diputados han convertido la Asamblea Legislativa en una charanga y un circo, entre ellos, cierto legislador por Alajuela de Liberación Nacional.

Esas son mis dos X para el otro año. Solo espero que usted que me lee, se informe, analice, piense y luego de haber rumiado esa información, decida lo mejor para esta muy alicaída Costa Rica que ya se encuentra cerca de terminar en el precipicio si no hacemos algo porque mejore.

Feliz final de campaña.


miércoles, 1 de enero de 2014

2013: De las sombras a la esperanza


Un nuevo 1° de enero en la madrugada llega y antes de comenzar esta nueva edición de mi resumen anual de los últimos 12 meses, me puse a leer el comentario de hace un año para ver cómo había cambiado todo y qué había quedado parecido... y tengo que decir que aunque el 2013 que concluyó hace ya 3 horas no fue el mejor año de mi vida, sí sirvió para algo que anhelaba 365 días atrás: ponerme en marcha hacia algo que llene mi vida, aunque ese “algo” no esté ya concretado. De hecho falta camino. Pero ya avancé y eso es más que bueno.

Mucha esperanza me deja este 2013 aunque algunas cosas no dan para tirar las campanas al vuelo. En el plano nacional el saber que Johnny Araya no tiene tan adoquinado el camino hacia Zapote en mayo, sinceramente me da para creer que la política nacional puede tener un remezón, y que el costarricense, por una nueva ocasión, tiene la oportunidad de dar un golpe de timón, a ver si por fin dejamos esta modorra, estos 30 años de hacer NADA por salir del subdesarrollo y de la desigualdad creciente.

En este año que empieza tenemos el chance de poder cambiar las cosas. Ojalá la gente pobre, humilde y marginada, que ha sido tan manipulada por la clase política de este país, se dé cuenta que es hora de cambiar las cosas y que las falsas promesas de frases como “Sí Costa Rica” y “Adelante” no hicieron más que engañarnos y retroceder.

Si la Sele tiene un reto enorme en junio de este año con el Mundial para vencer a tres grandes, es hora de que el tico entienda que ante su nariz se presenta una responsabilidad de derrotar a sus tres grandes verdugos: la falta de criterio, la mediocridad y el engaño y reclamar lo que siempre ha sido suyo: el derecho de vivir dignamente. No digo que un próximo gobierno vaya a solucionar todos los problemas del país y a acabar con la pobreza (eso sabemos que es utópico), pero sí es hora de que este país comience a retomar la ruta al desarrollo si no quiere “centroamericanizarse” (con el perdón de los hermanos centroamericanos) y acabar como un país pobre, violento y con unos poquísimos que lo tienen todo y una enorme mayoría que no tiene absolutamente nada.

No me quiero extender mucho con el tema político porque pronto vendrá otro post preelectoral para hablar del tema. Solo espero y pido a Dios que nos dé MENTE para elegir lo que sea mejor. Ojo, no digo que la selección esté fácil pero sí que la misma debe ser hecha más con la cabeza que con otra cosa.

En lo internacional, la esperanza que dejó este 2013 para muchos tiene nombre y apellidos: se llama Jorge Mario Bergoglio, o mejor dicho, el papa Francisco. En medio de los tiempos más aciagos, cuando muchos católicos (quizá la mayoría) pensamos que esto iba para abajo, al papa Benedicto XVI lo ilumina el Espíritu Santo y, en un acto impresionante y tapabocas de humildad, decide dejar el puesto de líder de la Iglesia Católica para alguien con más fuerza, que pueda hacer el trabajo que él no pudo. Esto no puede pasar por algo desapercibido, porque si la llegada de Francisco ha sido un haz de luz para la Iglesia, esta misma inició con la iluminación del pontífice alemán que tanto critiqué aquí mismo en alguna ocasión. Lo de Joseph Ratzinger debe ser ensalzado y reconocido aún por sus detractores.

El papa Francisco ha sido, como suele ser costumbre en las cosas de Dios, algo demasiado bueno para ser creído. Hoy por hoy, cuando escucho su nombre en la liturgia de las misas, siento un orgullo indescriptible que se ve ensombrecido por el nombre del obispo de mi diócesis que lo sigue. Pero quedándonos con lo hecho con el primer Papa americano de la historia, su proceder significa esperanza, un reverdecer, una primavera católica que todos vemos y percibimos. Es más, Francisco nos deja mal al resto porque nos hace ver como un montón de inútiles mediocres con sus palabras y más aún con sus hechos.

El Papa, sin mucho regaño y con más obras que otra cosa, nos enseña que la cosa aquí es hablando menos y haciendo más. Ya Benedicto XVI había dejado bien asentadas las bases de la teología moderna, ahora Dios dispuso que alguien que parece más un cura de pueblo que un líder religioso (en el sentido de su humildad) llegara a hablarle a la gente en el lenguaje que el ser humano actual entiende y le gusta... y más aún, ama, porque el pueblo católico necesita alguien sencillo para amar con sencillez.

Podría hablar mucho más sobre Francisco pero tampoco quiero que mi comentario anual se extienda demasiado en él. Solo les digo que cuando ese hombrecillo tímido salió por la ventana del balcón vaticano el 13 de marzo y pidió la bendición de la gente, cuando su nombre “Franciscus” resonó por los altoparlantes de la plaza de San Pedro, cuando salió sin adornos ni parafernalia, supe que todo había cambiado para siempre. Los católicos estamos en los albores de ver la mejor época de nuestra Iglesia en siglos, avanzamos curiosamente devolviéndonos a nuestras raíces, y creo que si hay un momento para tener esperanza en nuestra fe y su futuro, es ahora. ¡Viva el papa Francisco, viva la Iglesia y viva el Espíritu Santo que es al final quien no deja que esto se caiga!

Y el otro punto que justifica el título de este año es más personal: una persona que llega de improviso a finales de setiembre y, cuando yo pensaba que todo estaba perdido, que una eventual nueva salida del país era más que deseable para el 2014, cuando creía que en serio me quedaría abrazando la soledad de por vida por lo dañado que había quedado tras el paso de Francia y cierta experiencia adicional, ella irrumpe en mi vida y me hace una revolución que este 1° de enero a las 00:00 horas firmé como una nueva relación que espero llegue a excelente término. Se trata de una mujer que llegó no solo a “moverme el piso” sino también a poner mi vida en orden. Su fuerza, su decisión, su entusiasmo, su alegría, su espiritualidad, su energía y muchas cosas más que mejor no enumero para no parecer “meloso” fueron como un bálsamo para un momento en que mis fuerzas flaqueaban y mi desgano por quedarme aquí aumentaba. A ella gracias porque, sin proponérselo, pintó de colores nuevamente mis días y me da motivos para soñar un nuevo sueño.

Finalmente pero no menos importante para tener esperanza, en octubre se nos anuncia la llegada de un nuevo miembro (o más bien, nueva) a la familia: la ansiada sobrina, la primera, me hará tío en condición inédita, algo que sin duda me será una experiencia que alimentará mi propia humanidad. Si lo de cambiar pañales y “chinear” chiquitos nunca fue algo cercano, parece que ahora sí lo será. María Paula es una gran bendición de Dios para nuestra familia y desde ya con ansias esperamos tenerla con nosotros para amarla, presumiblemente en julio.

Ahora bien, todo eso no quiere decir que el 2013 fuera un lecho de rosas. Estoy sacando lo positivo porque el balance de este año que concluye es, a Dios gracias, favorable. Pero hubo y siguen habiendo momentos de monotonía, circunstancias en que sentí que me “venía abajo” y por gracia de Dios ahí estuvieron mi familia, mis amigos de verdad (tan pocos como valiosos) y una palabra de aliento dicha en el momento justo.

Profesionalmente este que termina fue un año de “permanencia” que espero que deje un poco ese estado de tranquilidad para darme algo que me apasione. No soy malagradecido y agradezco a Dios todos los santos días el tener un trabajo agradable y con un ambiente laboral que se lo desea más de una redacción de medios en este país, pero creo que yo puedo dar más y que estoy para más. Ese punto también puede ser visto desde la esperanza de que pronto me encontraré con lo que quiero hacer y que además sé que puedo hacer.

En lo demás, el 2013 deja retos a nivel de familia y de luchas que habrá que dar... nada raro para mí, que sin pleitos y dificultades a vencer no estoy contento. Un año que termina en el que se cumplió mi deseo de 12 meses atrás: estabilizarme, dejar un poco de lado el fantasma francés que, no voy a negar, sigue visitándome de vez en cuando para atacarme con nostalgia, aunque creo que desde noviembre encontré el antídoto para vencerlo.

Creo que el espíritu del fallecido Mandela, sin duda la muerte más dolorosa para el mundo que tuvimos en este año que terminó, debería impactarnos a todos por igual para tratar de ver si salvamos esta debacle: una lucha incansable contra lo que parece sentenciado, un reverdecer de humanidad y de creer que, pese a lo improbable y utópico, si realmente todos actuamos se pueden lograr grandes cambios. Desgraciadamente eso no depende de mí sino del resto y si ese resto no actúa, nada importante puede lograrse. De ahí mi pesimismo de siempre: no porque mejorar este país sea per sé imposible, sino porque aveces parece que la gente quiere seguir con su modorra y su mediocridad. Y a mí pocas cosas me sacan más de quicio que la gente que se cree bruta y se niega a sí misma un futuro mejor.

Costa Rica solo cambiará si esa mentalidad subdesarrollada del conformismo y el pobrecito desaparecen de nuestra esquema mental. Solo si, como Mandela, somos capaces de rebelarnos de nuestra acostumbrada falsa comodidad y nos atrevemos a ser y a exigir más. Por eso es que mi perspectiva ante el 2014, si bien es mesurada y hasta gris, también deja pie a que las cosas puedan cambiar. Porque si en el 2013 hubo tantos factores pequeños que dieron luz al mundo y a mi existencia, creo que algo parecido aunque en menor escala podría presentarse si todos nos negamos a que nos sigan viendo la cara de idiotas. Pero eso depende de mí, de usted y de la gente que usted tiene a su entorno.

Es hora de que los políticos de turno dejen de verle la cara al pueblo de tonto y que el propio pueblo, primer culpable de todas sus desgracias, golpee la mesa y haga saber que es hora de ser manejado con dignidad. Si y solo si los costarricenses nos decidimos a ser mejores, se logrará. De lo contrario, lo único que se conseguirá en este 2014 será agrandar la bomba de tiempo que venimos gestando todos como sociedad hace unas tres décadas.

Del año que empieza no espero demasiado, pero lo poco que espero lo anhelo con entusiasmo. Sé que podría no ser fácil (la salud de mi abuela de 98 años encabeza una de mis mayores preocupaciones, de hecho casi casi se nos va en agosto) y que sus complicaciones tendrá. Pero confío en que mis nuevos retos, las nuevas experiencias y los nuevos logros serán suficientes para tener un nuevo año mejor que sus dos antecesores.

Para concluir esta experiencia que creo que llega ya a su octavo año solo puedo pensar en que la vida esta hecha para vivirse, por redundante que esto suene. Que quien no sueña muerto está y que, como había dicho anteriormente, con base en sueños se construye la realidad deseada. Dios no desampara a nadie y menos aún a quien pone todas sus energías en lo que quiere. Es por ello que busco mejores 12 meses a partir de ahora. Quiero más novedad y menos modorra. Quiero nuevos retos y perfeccionar mi mente y espíritu. Ya tengo un proyecto nuevo en mi vida que me apasiona y que me hará luchar por él en el futuro cercano. Me gustaría lo mismo para la sociedad y el país, aunque ya eso escapa de mi poder.

A usted que tiene la paciencia de leer estas líneas, atrévase a ir más allá. No se trata de una mentalidad de autoayuda falsa y sosa, sino de decisiones a tomar, la más importante de ellas posiblemente el 2 de febrero que casi tenemos encima. En un mes decidiremos cómo nos gobernaremos en los próximos cuatro años. Tome su rato y medite su voto, sea crítico, sea analítico y motive a los otros a hacer lo mismo.

Saludos gente. Realmente les deseo un promisorio 2014. Que todo lo que suceda, aunque sea triste o “feo” sea para bien. Porque en esta vida hasta a los factores oscuros hay que saberles dar luz.

¡Feliz año nuevo!


Pablo.