sábado, 8 de mayo de 2010

TI – COS: en blanco y negro

Hoy Costa Rica abre otra página en su historia. Nos guste o no nos guste, Laura Chinchilla es la nueva presidenta de la República. Acepto que la idea de una mujer dirigiendo al país me parece fabulosa y merecida. No hace mucho escuché a alguien decir que si una mujer podía dirigir una casa, educar niños, lidiar con su esposo, atender su profesión y cumplir con el pago de impuestos, bien podía dirigir un país. En otras circunstancias hasta diría que estoy feliz, aunque el contexto sociopolítico me lo impide.


La verdad, Laura no me cae mal, me parece (y recalco, me parece) una persona honesta, sincera y que lucha por sus valores y que lo hace con principios bien arraigados. Hasta coincidimos en par de temas a nivel de valores y de cuestiones morales. Nunca se le escuchó el más mínimo eco de escándalo y forma un hogar muy interesante con un hombre que le lleva como 20 años y un chavalo que aparenta ser un adolescente como cualquier otro. También impresiona saber que el vestido que lució hoy durante su toma de posesión fue un regalo de sus padres y grata sorpresa saber que ellos mismos subieron a la tarima principal para ser testigos de honor del máximo logro de su hija.


Sí, hay cosas de Laura que me gustan como persona. No se trata de satanizarla tampoco. Y justamente hacia eso van enfocados estos párrafos. Creo que ella podría darme una grata sorpresa y dejarme con la boca callada ante tanta crítica que he dirigido hacia su partido y sus dirigentes, así como el gobierno del que ella fue vicepresidenta.


Más allá de la violencia, la inseguridad, el narco, la crisis económica o inclusive la agravante corrupción en las altas y medianas esferas, el principal reto que tendrá la primera gobernante será el de limar asperezas y tratar de que Costa Rica sea un barco que se dirija hacia algún lado. En otras palabras, será aplicar una medicina para el gran daño que la administración del “capitán” Arias Sánchez nos hereda: un barco con su tripulación dividida, polarizada, y cada vez más situada en la popa o la proa. Una sociedad donde cada manifestación pronostica unenfrentamiento violento entre protestantes muchas veces cegados por ideologías cerradas y un cuerpo represivo que está dispuesto a utilizar casi cualquier medio para su represión.


Los argumentos me sobran. Desde la época del 48 no veíamos un país tan atrincherado. El Combo del ICE, la última gran victoria de la izquierda costarricense, demostró que en Costa Rica existen las armas suficientes para que las fuerzas vivas del país unan esfuerzos y lo paralicen por una causa. Y los medios de comunicación en su mayoría, después de aquel triunfo de izquierda, se han ido encargando de idealizar a los sindicatos y protestas como diabólicos. Cualquier cosa que huela a marcha es en adelante una amenazapara la vida pacífica y democrática de la Costa Rica imaginaria.


Sin embargo, la culpa no solo recae en los medios. He de decir que existen muchos cabezas calientes, extremistas y radicales en esos grupúsculos que son una verdadera amenaza para la paz, la libertad de expresión y para la vida de los movimientos de protesta. Y son un peligro porque sus acciones irracionales, materializadas en bombas molotov, ataques violentos, patadas, piedras y puños deslegitiman la sana oposición que debe existir en cualquier democracia. Sí, ellos también dañan la democracia nacional.


El TLC, tema casi tan viejo como este blog, se terminó de concretar hace una semana. Ese tratado, maldito tratado, que más allá de sus consecuencias económicas ya dejó sentir sus efectos sociales. Una sociedad perfectamente dividida en tres partes: los que están a la derecha, los que están a la izquierda y a los que les vale un carajo dónde están. El TLC, impulsado con una arrogancia sin nombre por el ahora (dichosamente) ex mandatario Arias, terminó de hacer leña el árbol caído.


El país se polarizó. Los ánimos se han caldeado. Y si bien la izquierda del país sufre dos derrotas seguidas (referéndum y elecciones nacionales), esta se vuelve, a mi gusto, más violenta y sus acciones más desesperadas.


Las manifestaciones recientes en Limón, la vulnerada autonomía universitaria por los forajidos del OIJ y la posible respuesta violenta de los estudiantes, la protesta y represión de los vendedores ambulantes de San José, los bloqueos en diferentes zonas del país… todos son síntomas de una sociedad que se separa, que se divide. Una sociedad desigual cuya distancia se muestra en violencia, sangre y heridas. Esto no era así hace 15 o 20 años. Antes era más fácil crear consensos, me parece a mí, aunque existía el fantasma del 48 rondando las ideologías nacionales.


No me gusta lo que veo en Costa Rica. Me bastó con leer hoy los comentarios en el chat que puso a disposición Canal 7 al lado de su transmisión del traspaso de poderes. Había comentarios como “Ojalá la presidenta nos devuelva a nuestro país, que lo hemos perdido por culpa de los extranjeros que vienen aquí a hacer daño”. Había insultos hacia laoposición e insultos hacia Laura. Pero bueno, nada de qué sorprenderse. Cuando tenemos medios que se encargan de sentenciar como malos a todos aquellos que piensen un poco distinto, lo lógico es que el efecto sea tan duro como la causa. Cuando un puño golpea una pared, el golpe que recibe la mano es de la misma fuerza que propina. La proporcionalidad física también se aplica en la sociedad.


Y así va pasando el tiempo. Cuando Arias ganó las elecciones usaba con cierto humor sus orejas para advertir que estaba abierto a escuchar. Cuatro años después, es evidente que no solo no escuchó, sino que replegó a la oposición con toda la maquinaria posible. Recuerdo que en su discurso de toma de posesión, Arias habló de una “casa dividida” que tendría que unir, pero sus acciones arrogantes y un tanto despóticas no hicieron más que polarizarla más. Y cuatro años después, el pueblo de la oposición sigue dolido, herido y con sed de enfrentamientos.


Laura, por su cliché de mujer, “la tiene” en apariencia más fácil que su predecesor. Uno tiende a creer que las mujeres son más comprensivas y cuentan con una capacidad más sensible de escucha y de negociación. Ojalá no me equivoque, porque también mis "profes" más duros fueron mujeres y “los pleitos más bravos” que recuerde los he tenido con féminas.


Sin embargo, mis esperanzas se desvanecen no con Laura, sino con elequipo que lleva junto a ella. Anabelle González, una de las principales responsables en poner en venta el país junto con Mayi Antillón, dos personas que merecen todo mi poco reconocimiento y desconfianza. Ellas dos y muchos otros más forman parte de esa Costa Rica extrema que vi por primera vez el día de las elecciones pasadas en el Hotel Corobicí, cuando Arias tuvo que postergar su fiesta de victoria por un mes. Ese día conocí un país que nunca había visto: el país de los ricos y famosos, de vestidos de moda, de perfumes deliciosos y finos, maquillajes, ojos claros, tez blanca y cabellos rubios o castaños claros. Etiquetas, poses y dinero, mucho dinero y muchos intereses en juego.


Es la antítesis de cuando tuve que visitar por primera vez una zona marginal en mi vida. Fue en el 2004, durante un trabajo para la U, que me desplacé a Los Guido. Ahí conocí una Costa Rica que sabía que existía pero que nunca había visto: niños descalzos, jóvenes sentados en las esquinas, hombres con tatuajes que expresaban violencia. Calles de barro y una atmósfera de abandono total.


Me gustaría ver un pueblo en el que el diálogo entre los empresarios y los sindicalistas fuera constante y productivo. Yo quiero un país en el que la Iglesia sea misericordiosa con los homosexuales, tal y como lo predica el Evangelio, pero también quisiera que las críticas sin fundamento contra mi fe se detengan por parte de extremistas que no hacen la diferencia entre la jerarquía y la Iglesia. Me agradaría saber que es posible sentarse en una mesa para hablar y discutir cualquier tema que nos afecte como sociedad, en formapacífica y tolerante. Pero mucho me temo que estamos lejos de ese ideal.


Así es doña Laura. Ahí tiene un país que, además de arcas vacías, presenta síntomas de extremismos. Por favor haga lo posible poracercar sectores. Y si no lo quiere hacer entonces por lo menos no profundice nuestras diferencias. En otras palabras, si no quiere ayudar, por lo menos no estorbe.