Imposible dejar pasar esta fecha. Tantas cosas he podido comentar en este blog tan desatendido que tengo, pero la verdad por falta de tiempo o de ganas (principalmente la segunda) no lo he hecho. Pero es imposible, hoy es 7 de octubre, un día que difícilmente olvidaremos miles y miles de costarricenses.
Hace un año perdimos a Costa Rica, no solo el Referendum. No se me olvidará cuántas loqueras hicimos, cuántos esfuerzos, cuántos debates improvisados, cuánta campaña para lograr un país mejor, un país que casi conseguimos... pero se fracasó.
Para el medio día yo ya había ocupado mi puesto de batalla en una de las últimas mesas de votación de la Escuela Juan Rafael Meoño. No podíamos perder. Las últimas encuestas nos daban ventaja y a pesar de la sucia campaña que ciertos medios orquestaron (incluída la fatídica entrevista del odiado Alberto Padilla en CNN el día anterior), tenía confianza en que mi pueblo sacaría la tarea a última hora, como ha sido la tradición. Evidentemente me equivoqué.
Conforme pasaron las horas la angustia se fue centrando en aquella caja de cartón que estaba sobre la humilde mesa. Papeletas y papeletas iban depositándose, con la gran incógnita de cuál sería el resultado hasta el momento.
Llegadas las 6 pm, la emoción era casi desbordante. Ganaríamos? Perderíamos? El conteo inició. Uno a uno, cada voto iba dándonos una ventaja impresionante. La lógica se imponía. Sin embargo, oh desconsuelo, las cosas empezaron a cambiar de un momento a otro y la casilla que se encontraba abajo de la palabra Sí empezaba a marcarse más que la de la par. Al final, no recuerdo bien el resultado, pero la diferencia por la que perdimos fue alrededor de 50 votos.
Salí con la esperanza de que alguien me dijera que mi mesa había sido la excepción a la regla, pero con solo abrir la puerta, un horrible sentimiento me sobrecogió. Los dirigentes del No, sentados en una banca me volvían a ver buscando una esperanza que no les podía dar. A fuera, los pobres (literalmente) que llevanban puesta una camiseta del Sí festejaban un triunfo que posiblemente nunca llegarán a comprender. Habíamos perdido todo el centro de votación.
Lo demás fue quizá comparable a "La Noche Triste" de Cortez. Me devolví para mi casa casi con la certeza de que Alajuela centro le había dado la espalda a la patria. Al llegar a mi hogar, frente al televisor, me dí cuenta que no solo Alajuela, la otrora tierra de héroes defensores de la patria como Gregorio José Ramírez o el mismo soldado Juan, se había entregado: San José, Heredia y Cartago hicieron lo mismo. Qué sufriemiento saber que los guanacastecos, los mismos que a la postre le dieron la victoria a Arias en las reñidas elecciones del 5 de febrero del 2006, habían cambiado su parecer y, junto con los puntarenenses, prefirieron declinar el tratado. Pero ya era tarde, la suerte estaba echada, al igual que mis primeras lágrimas.
Luego sobrevino la desolación, el "qué vendrá?" y una decepción total de mi país, o al menos, de aquellos que pudiendo cambiar la historia no lo hicieron, que con todo y memorando, prefirieron dar la razón a la estirpe que ha hecho crecer la desigualdad y que es capaz de vender su alma al diablo. En fin, vino el "Mea Culpa" a Don Juanito que pasó por algunas computadoras de este país y una noche digna de ubicarse entre las más negras de la historia patria.
Y oh naturaleza! Sobrevinieron unos 15 días de lluvia serena pero constante. El país estuvo en duelo también, por más animista que esto suene. Los del 48,3% buscábamos explicaciones pero no las encontramos por ningún lado. Y la pregunta del ¿y ahora qué hacemos? nunca fue contestada.
Un año después, el maldito TLC sigue sin aprobarse. Ahora resulta que para lograrlo antes de que papá USA nos regañe después de darnos tres oportunidades para su aprobación, es necesario olvidarnos que existen los indígenas y vender sus derechos intelectuales al mejor postor. El ICE está cerca de ser una reliquia de museo, el INS de regalarse a los mercenarios que han huído con sus fortunas luego de desastres naturales, la CCSS en la expectativa de si podrá continuar financiando medicamentos originales y el mercado internacional nos da la razón: no puede haber comercio sin control, sin humanidad. Wall Street empieza a sentenciar a sus empresas, a otras las salvan para evitar un efecto dominó que podría empezar a traerse abajo el sistema económico que ha provocado las desigualdades más terribles de la época moderna, y el mundo clamando por más justicia, más alimento y menos petróleo.
No me arrepiento ni me arrepentiré nunca de la lucha que dimos quienes estuvimos de este lado. Realmente fue heroica. Podremos narrar a nuestros hijos, pese al país no tan bonito que tendrán, que hicimos todo lo posible por evitarles una sociedad que será más desigual e injusta, donde el pez grande se come al pequeño de forma legitimada y justificada.
Modificando la famosa frase, puedo decir que "cada país merece los tratados económicos que aprueba". Pero la esperanza, esa que nos mantiene vivos, no perece. Este servidor cree realmente que el futuro puede cambiar las cosas. Que Dios así lo quiera...
Hace un año perdimos a Costa Rica, no solo el Referendum. No se me olvidará cuántas loqueras hicimos, cuántos esfuerzos, cuántos debates improvisados, cuánta campaña para lograr un país mejor, un país que casi conseguimos... pero se fracasó.
Para el medio día yo ya había ocupado mi puesto de batalla en una de las últimas mesas de votación de la Escuela Juan Rafael Meoño. No podíamos perder. Las últimas encuestas nos daban ventaja y a pesar de la sucia campaña que ciertos medios orquestaron (incluída la fatídica entrevista del odiado Alberto Padilla en CNN el día anterior), tenía confianza en que mi pueblo sacaría la tarea a última hora, como ha sido la tradición. Evidentemente me equivoqué.
Conforme pasaron las horas la angustia se fue centrando en aquella caja de cartón que estaba sobre la humilde mesa. Papeletas y papeletas iban depositándose, con la gran incógnita de cuál sería el resultado hasta el momento.
Llegadas las 6 pm, la emoción era casi desbordante. Ganaríamos? Perderíamos? El conteo inició. Uno a uno, cada voto iba dándonos una ventaja impresionante. La lógica se imponía. Sin embargo, oh desconsuelo, las cosas empezaron a cambiar de un momento a otro y la casilla que se encontraba abajo de la palabra Sí empezaba a marcarse más que la de la par. Al final, no recuerdo bien el resultado, pero la diferencia por la que perdimos fue alrededor de 50 votos.
Salí con la esperanza de que alguien me dijera que mi mesa había sido la excepción a la regla, pero con solo abrir la puerta, un horrible sentimiento me sobrecogió. Los dirigentes del No, sentados en una banca me volvían a ver buscando una esperanza que no les podía dar. A fuera, los pobres (literalmente) que llevanban puesta una camiseta del Sí festejaban un triunfo que posiblemente nunca llegarán a comprender. Habíamos perdido todo el centro de votación.
Lo demás fue quizá comparable a "La Noche Triste" de Cortez. Me devolví para mi casa casi con la certeza de que Alajuela centro le había dado la espalda a la patria. Al llegar a mi hogar, frente al televisor, me dí cuenta que no solo Alajuela, la otrora tierra de héroes defensores de la patria como Gregorio José Ramírez o el mismo soldado Juan, se había entregado: San José, Heredia y Cartago hicieron lo mismo. Qué sufriemiento saber que los guanacastecos, los mismos que a la postre le dieron la victoria a Arias en las reñidas elecciones del 5 de febrero del 2006, habían cambiado su parecer y, junto con los puntarenenses, prefirieron declinar el tratado. Pero ya era tarde, la suerte estaba echada, al igual que mis primeras lágrimas.
Luego sobrevino la desolación, el "qué vendrá?" y una decepción total de mi país, o al menos, de aquellos que pudiendo cambiar la historia no lo hicieron, que con todo y memorando, prefirieron dar la razón a la estirpe que ha hecho crecer la desigualdad y que es capaz de vender su alma al diablo. En fin, vino el "Mea Culpa" a Don Juanito que pasó por algunas computadoras de este país y una noche digna de ubicarse entre las más negras de la historia patria.
Y oh naturaleza! Sobrevinieron unos 15 días de lluvia serena pero constante. El país estuvo en duelo también, por más animista que esto suene. Los del 48,3% buscábamos explicaciones pero no las encontramos por ningún lado. Y la pregunta del ¿y ahora qué hacemos? nunca fue contestada.
Un año después, el maldito TLC sigue sin aprobarse. Ahora resulta que para lograrlo antes de que papá USA nos regañe después de darnos tres oportunidades para su aprobación, es necesario olvidarnos que existen los indígenas y vender sus derechos intelectuales al mejor postor. El ICE está cerca de ser una reliquia de museo, el INS de regalarse a los mercenarios que han huído con sus fortunas luego de desastres naturales, la CCSS en la expectativa de si podrá continuar financiando medicamentos originales y el mercado internacional nos da la razón: no puede haber comercio sin control, sin humanidad. Wall Street empieza a sentenciar a sus empresas, a otras las salvan para evitar un efecto dominó que podría empezar a traerse abajo el sistema económico que ha provocado las desigualdades más terribles de la época moderna, y el mundo clamando por más justicia, más alimento y menos petróleo.
No me arrepiento ni me arrepentiré nunca de la lucha que dimos quienes estuvimos de este lado. Realmente fue heroica. Podremos narrar a nuestros hijos, pese al país no tan bonito que tendrán, que hicimos todo lo posible por evitarles una sociedad que será más desigual e injusta, donde el pez grande se come al pequeño de forma legitimada y justificada.
Modificando la famosa frase, puedo decir que "cada país merece los tratados económicos que aprueba". Pero la esperanza, esa que nos mantiene vivos, no perece. Este servidor cree realmente que el futuro puede cambiar las cosas. Que Dios así lo quiera...
2 comentarios:
En un concierto escuché la frase anónima que se le adjudica a Platón: Sueños de un hombre despierto, que da titulo al último material de Ismael Serrano.
Según él, el cantautor no tanto el filosofo, la esperanza precisamente son esos sueños de hombres despiertos.
Así que cimentemos esa esperanza en hombres y mujeres despiertos. Que saben que nos robaron el referendo, una lucha desigual y manipulada desde los tribunales hasta las urnas, y no olvidemos porque luchamos y para quien luchamos.
Sigamos despiertos, que de eso depende la esperanza...
Linda Johan, muy motivador mae...
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