lunes, 8 de mayo de 2006

Érase una vez, un Nóbel de la Paz que fue presidente...

Primero, comienzo mi nuevo aporte en el blog disculpándome. Yo se que escribo solo cuando me da la gana (un promedio de un aporte cada dos meses), pero debo aclarar que prefiero la calidad a la cantidad. Y si hay un tema que me motive para inspirarme, pues mejor aún.

La gente que vive aquí en Costa Rica ya se debe imaginar de qué tratará el tema en cuestión. A los que no, se los resumo (trabajar en una agencia de noticias internacionales me ha facilitado aprender a ver a mi país con ojos foráneos): Óscar Arias Sánchez, expresidente de Costa Rica (1986 - 1990) y Premio Nóbel de la Paz (1987) fue investido hoy como nuevo Presidente de la República.

Arias llegó al poder luego de una millonaria (pero muy millonaria) campaña electoral. Además, las encuestas lo respaldaron en todo momento, incluso a menos de una semana de las pasadas elecciones del 5 de febrero.

Ese día, los resultados que el pueblo mostró sorprendió a todos, hasta quienes tomamos la decisión de votar por Ottón Solís del Partido Acción Ciudadana (PAC, de "centro"). Arias, al final del conteo manual, ganó por tan solo 18.000 votos (1,2% del total de votos emitidos aquel domingo). Con poquito, pero ganó. Aquello fue una gran victoria para mi HASTA AHORA querido PAC: se convirtió en la segunda fuerza política en menos de 8 años de fundación y demostró que casi derrota a Arias sin tanta publicidad, sin tanto apoyo de las encuestadoras y los medios y sin tanta fama, porque no se le puede negar que al actual mandatario, eso le sobra.

Aquella noche (lo recuerdo bien porque este servidor estaba cubriendo la "Fiesta de la Victoria" en el Hotel Corobicí), los partidarios de Arias no podían creer lo que veían: Ottón Solís ganaba San José, Alajuela y Heredia. Cartago estaba casi empatada, mientras que las provincias periféricas (Guanacaste, Puntarenas y Limón) salvaban la tanda al ex Premio Nóbel.

La cosa es que la fiesta de la victoria parecía, al ser las 11 p.m. el velorio de la desilución, pues de una victoria aplastante, los partidarios del Partido Liberación Nacional (PLN, entidad que Arias representaba) terminaron "soplando" a los números para que Solís no los alcanzara. Al final lo lograron, con un último subidón de 15.000 votos que aún no entiendo de dónde salieron, pues rompieron cualquier pronóstico cuando faltaba solo un 5% de mesas por contar.

Arias llega a la silla presidencial luego de un camino sumamente polémico: presentó dos veces, dos recursos de amparo sumamente similares ante la Sala IV o Constitucional para declarar como "inconstitucional" la prohibición de la reelección. En un primer momento, la Sala le rechazó la petición. Arias le contó esto a Guido Sáenz, ahora ex ministro de Cultura, quien puso algo así en su autobiografía: "Don Óscar me llamó y me dijo: Guido, yo pensé que me lo pasaban (el recurso de amparo) yo juraba que sí, pero al final no fue así". Los magistrados actuaron, en ese entonces, con maestría y dejaron la constitución tal como estaba.

Meses antes, Arias había asegurado que SOLO LA ASAMBLEA LEGISLATIVA (Congreso de Costa Rica) podría abolir dicha norma, pues era el único organismo que podía modificar la constitución. Y digo "podía", porque tal parece que a partir de que la Sala Constitucional cambió de parecer con respecto al mismo asunto que había resuelto meses atrás, ésta tiene otra jurisprudencia, la cual, curiosamente, está por encima de la constitución. En otras palabras, ya nadie sabe quién manda aquí.

Bueno, pero ya lo que pasó en los últimos 4 años es historia. Ya lo pasado, pasado, no se puede borrar y estamos a destiempo de reclamar estas cosas. Nos venimos para hoy. En el Estadio Nacional, que está en La Sabana, al ser las 12:00 medio día, a Arias le impusieron por segunda vez, la cinta presidencial que lo acredita como gobernante de todos los costarricenses, para los que votaron por él, y para los que no (la mayoría del pueblo de Costa Rica).

Así que Arias llega al poder con un triunfo reñidísimo, con ciertas maromas políticas y con un gasto altísimo en su campaña electoral. La pregunta es: ¿para qué un hombre de 66 años, algo cansado y con todo el dinero del mundo quiere volver a ser presidente? Uno podría pensar sin malicia y decir: "Bueno, el hombre quiere ayudar al país, quiere hacer que Costa Rica avance". Y digamos que podría ser un razonamiento válido: tenemos un patriota de mandatario. Pero, usando un poco la mala fe, uno puede llegar a la conclusión de que quizá existan por ahí algunos intereses personales, ciertos negocios que a Arias le convenía hacerse cargo.

No voy a tirar piedras. No tengo con qué. Podría empezar a difamar aquí, pero no quiero: por autocensura y porque tampoco es como muy cristiano andar asegurando cosas a lo loco sin saber el daño que se puede hacer. Además, mi pueblo (mi pobre pueblo) lo eligió, y bueno, qué se le va a hacer... vivimos en un país "altamente democrático cada primer domingo de febrero de cada 4 años".

Lo que sí quiero decir es que el discurso de Arias de hoy estuvo precioso. ¡Casi lloro de la alegría! ¡Por fin tendremos carreteras en buen estado, aeropuertos y puertos decentes, lucha contra el narcotráfico, leyes justas y un PIB a la educación del 8%! ¡Sorprendente! También tendremos un Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos que promete ser el elixir de la eterna juventud para nuestras pequeñas y medianas empresas o PYMEs. Además, Arias buscará su segundo Premio Nóbel de la Paz (como que están de moda las segundas partes) con un "Plan Costa Rica" (o algo así) que velará por el desarme mundial y la condonación de la deuda externa a los países pobres... ¡Qué lindo todo eso!

Ojalá y se le cumpla. No porque el tipo quede bien. No porque quiero que reciba otro millón de dólares de la Fundación Nóbel. Si no, por el bien de mi alicaído y triste pueblo, que cada vez es más pobre, más lacerado y más desinteresado en lo que le traerá el futuro. Yo, al igual que el "presi", quiero que Costa Rica de una vez por todas crezca y que hayan menos hogares donde el pan no alcanza para saciar las pancitas de los niños que ahí viven.

Pero desgraciadamente, tengo motivos para pensar que empezamos mal: Arias dice que tomará medidas, cueste lo que cueste, para que el país esté "en rítmo con el concierto de naciones"; en otras palabras, que empujará el TLC así dos millones de personas se tiren a la calle en contra del dichoso tratado. Además, ya le quitó el Centro Nacional de la Cultura (CENAC) a los artistas y lo convirtió en la nueva Casa Presidencial. Y para finalizar, ya empezó a dar cenas lujosas y a invitar a un montón de gente para que pasen las comodidades que más de un millón de costarricenses jamás podrán sentir.

La fiesta sigue siendo para los de arriba. Hoy, cuando veía que Arias era el nuevo rey y señor de Costa Rica, sinceramente, no pude dejar de remitirme a aquel domingo 5 de Febrero, cuando don Ottón estuvo a tan solo 18.000 votos de dejarse la cinta presidencial. Y me decía: "lástima, charita..." pero bueno. Ahora solo queda seguir pa' lante. Esperar que don Óscar cumpla lo que sus partidarios pregonaban en la camiseta que vestían el día de las elecciones "Soy todo oidos" y no solo los oidos, sino los ojos y el corazón, que vea realmente las necesidades de su pueblo y que no se vaya todo en pura hablada. Porque yo creo, que mi pobre pueblo, no tolerará más que otro presidente llegue a joderlo (vacilarlo, para los malpensados).

Costa Rica está a la expectativa don Óscar... y si usted no cumple como es debido, le aseguro que DIOS Y LA PATRIA SE LO VAN A DEMANDAR.

Espero comentarios...