Sin duda Dios, que ha sabido tenerme paciencia, ha finalmente dado respuestas concretas y ha puesto en marcha sus planes. Insisto, no podría decir que este que pasó fue un año de cosecha, pero sí he visto cómo la siembra de los últimos 6 años ha ido creciendo y ya casi, casi, puedo recoger los frutos. En eso, espero que este 2018 que inicia sea el año de la siega. Dios primero, así será: un año memorable, como todos los que he vivido y que han terminado en 8 (EPC, final de tesis...).
Pero bueno, este cambio de año lo viví lejos del mar que vi hace 12 meses, pero el momento no fue menos mágico: desde Barva de Heredia, muy bien acompañado, viendo los juegos de pólvora que se reventaban en todo el Valle Central... Ese momento me llevó a pensar que el país tiene con qué salir adelante, que no todo está perdido, que ahí afuera hay más gente buena que mala (mucha más) y que, en definitiva, el cambio está en nosotros. No digo que vayamos a mejorarlo todo nosotros mismos, pero sin duda nuestra realidad será mejor si dejamos de lado el individualismo y nos dedicamos a calentar un poco nuestro corazón y el de la persona que tenemos al lado.
Pero volvamos al análisis de mi 2017: tendría que decir que fue un año extraordinariamente equilibrado en casi todos los ámbitos sustanciales de mi vida. Y tal vez para ordenarlo un poquito, lo voy a subdividir por temas.
El brete... ¡tranquilo!
Empecemos por lo que más hago con mi tiempo: trabajar. En lo laboral no hay queja, y aunque hay cosas que me inquietan un poquito, las pongo en manos de Dios y dejo que sea Él quien se encargue de todo, a sabiendas de que hay temas que no me corresponden a mí solucionarlos. Entonces, para ese tipo de misiones, que sea Él quien se encargue. Yo lo más que hago es orar y tener (más) paciencia. Por lo demás, el ambiente laboral en la UCR sigue siendo envidiable, y aunque a veces a uno le gustaría "ser y hacer más", en el fondo creo que todo es cuestión de esperar con calma. Dios me ha bendecido con trabajar para una institución en la que creo, quiero y me identifico, y para mí ya eso es suficiente premio.
De aviones y demás
El año me dejó pérdidas económicas con respecto a viajes al exterior: uno frustrado para ir a Europa a mediados de año y un vuelo perdido por culpa del cambio de hora en Panamá para ir a mi ansiada Colombia en abril me dejó pérdidas que aún lamento... pero bueno, cada experiencia de esas genera concha y maña... los errores cometidos ayer nunca más se repetirán.
Hablando de viajes, ese paseo a Colombia, que bien pudo merecer un post aparte pero no lo hice por vagabundo, me hizo descubrir para Semana Santa en abril lo maravilloso que es ese país. Solo pude estar en Bogotá y Medellín, pero fue lo suficiente para convencerme de que, si creyera en vidas pasadas (obvio, no), diría que en mi versión anterior fui colombiano. Algo tiene esa tierra que, sin conocerla, me hacía soñar con ella... y ahora que la conozco, me hace sentir que una parte de mi corazón le pertenece. Espero volver a Colombia pronto, porque se convertirá en uno de esos países a los que uno puede regresar las veces que sea necesario, ya que nunca se cansará de descubrir cosas nuevas. Zipaquirá, Santa Fe de Antioquia, Cerro Nutibara en Medellín, Guatapé de Antioquia (¡qué piedra tan inmensa y qué subida tan cabrona!), más la amabilidad de la familia de mi amiga María Claudia Panqueva en Bogotá y la excesiva dulzura de los paisas en Medellín (les juro que son tan buenos que dan ganas de traérselos de vuelta a todos) terminaron de redondear un viaje inolvidable. Colombia, espero verte pronto de nuevo.
En cuanto al trabajo, me permitió la posibilidad de visitar Nicaragua por quinta vez en la vida... y constatar que el país mejora tal vez muy lentamente, pero que las carencias que vive se mantienen y que la opresión ideológica de sus gobernantes hace que su miseria casi se congele en el tiempo. Conocí Managua en el 2001, y 16 años después la verdad es que la veo prácticamente igual. Los nicas, siempre amables y gentiles, adolecen eso sí el control ejercido por el gobierno en su educación, información y contrapesos políticos. Es una pena, porque con el corazón en la mano se los digo: el pueblo nica merece mucho más de lo que tiene... el problema es que aún no se ha dado cuenta de eso (al menos en su mayoría).
La fe, adelante 🙂
La posibilidad de afianzar la comunidad a la que pertenezco, más conocida como Sígueme, a cuyos integrantes ya más que amigos los veo como hermanos, me ha permitido crecer un montón en la fe. Aunque iniciamos nuestro caminar en el 2016, este que terminó fue el primer año completo que vivimos juntos y pudimos compartir experiencias fuertes, pero que nos han llevado a afianzarnos. Gracias a esos locos, me siento menos solo en esta senda hacia Dios, o para decirlo aún más bonito, me siento acompañado, solidariamente, a sabiendas de que en ocasiones no es fácil congeniar con la gente que tenemos al lado (bueno, honestamente ni con uno mismo)… pero la "comu", como le decimos de cariño, se ha consolidado y con eso quedo más que contento.
El éxito obtenido con Sígueme nos hizo fundar dos nuevas comunidades a lo largo del año que aún no se consolidan pero que al menos marchan. De corazón espero que este 2018 nos permita atraer más personas y ofrecer nuestro crecimiento en Cristo, algo nada fácil en estos tiempos de intolerancia, menosprecios, discriminaciones e ideas preconcebidas sin fundamento.
El resto muy bien. La guía del padre Álvaro ha sido muy importante para que todo esto marche bien. Insisto, sé que aún queda mucho camino por hacer, especialmente en reforzar la parte social, pero no me cabe duda de que vamos por buen camino, solo hace falta motivarnos un poquito a ser más atrevidos aún en el anuncio del Reino, no ya con "bibliazos", sino con la vivencia y el ejemplo. Calma, ya llegará.
L'amourrrrr
Este podría ser perfectamente otro tema de un post aparte, pero como hay que enmarcarlo en oro dentro de lo hermoso que pasó este año, debe ir en el resumen anual. A ella la conocía desde que tuiteaba cosas interesantes... desde los 140 caracteres de Twitter se le veía inteligencia y sagacidad, pero también espiritualidad, fuerza y chispa... y en la foto aparecía siempre guapísima. Le gustaba la política, el fútbol, la fe, los temas de actualidad... ¡Daban unas ganas de conocerla! Se veía que era diferente, pero como Twitter no es una red social para estar ligando chavalas (al menos en la teoría) y por otros motivos más ahí, la veía, la admiraba, pero no más.
Les cuento que resultó que a finales de julio ella no tenía con quién hacer la romería el 1° de agosto (así lo tuiteó). Le sugerí vía mensaje privado que fuera conmigo y con mis amigos de comunidad. No pudo porque tenía exámenes por esa fecha. Aproveché para "venderle" la comunidad que iba a comenzar y me dijo que le interesaba. Hasta ahí la historia 2.0. Cuando iniciamos con la Comu de los sábados, ella llegó... y mi año mejoró sustancialmente a partir de ese 12 de agosto. Ella era todo lo que había pensado y más. Pero calma, porque estaba en modo evangelización y además no sabía nada sobre ella en la realidad... y de los golpes, uno aprende.
Poco a poco nos fuimos ganando confianza uno en el otro y cuando me di cuenta estaba hablando con ella mañana, tarde y noche por Whatsapp. Lo vacilón es que parecía que a ella no le incomodaba mucho, al contrario, también ella me escribía para hacerme conversación. Era una bonita relación de compas... hasta que, con motivo de mi EPC #19, la invité a tomarnos algo para compartir vivencias de fe. Hasta ahí todo era puramente amistoso. Pero algo pasó esa noche: no había ambiente para una plática espiritual, sino que unos cubanos tocaban éxitos salseros en esa noche de sábado del 2 de setiembre. Dios así lo quiso, no tengo otra opción: bailamos al principio como amigos normales y terminé con su cabeza en mi pecho en medio chachachá.
Sin tener alguien con quien ir al concierto que daba Malpaís el 9 de setiembre, se me ocurrió invitarla. Tenía mucho miedo de que se confundieran las cosas, que me estuviera lanzando a la piscina sin agua o que simplemente no fuera el momento. Ninguna de las tres: la heredianilla que me había tenido pensando esa semana aceptó la oferta y compramos las entradas... Aquella tarde de Día del Niño, mientras buscaba parqueo desesperadamente en las cercanías del Parque Viva, en La Guácima, nos quedamos viendo fijamente... y terminamos en un beso, tan liberador como hermoso. Y yo sabía que algo nuevo y duradero había comenzado. Finalmente botaba mi miedo de enamorarme y me volvía a ilusionar. Entonces supe que mi alma estaba sanada, por lo menos en este aspecto.
Pasó casi un mes de saliditas lindas, conocernos más y espera. Finalmente, al ver que la mujer no tomaba la iniciativa (aunque habíamos acordado que sería ella la que me pediría ser su novio en el momento en que se sintiera cómoda), el viernes 6 de octubre y frente al Santísimo de la parroquia del Corazón de Jesús de Heredia (donde nos conocimos y donde están alojadas las comunidades) le propuse iniciar nuestro noviazgo, con algo de miedo a tener un "mejor todavía no" de respuesta. Erré. Lo que escuché fue un "por supuesto" de sus labios, un abrazo prolongado, y el resto ha sido felicidad, bendición, lucha, sanación.
Frexini ha sido un bálsamo y medicina... y no necesariamente porque estudie para doctora. Ella ha llegado a ayudarme a sanar muchos ámbitos de mi vida que tenía adormecidos o escondidos. Dios la envió, de eso no me cabe duda, porque fueron muchas las posibilidades de no coincidir que tuvimos para que las cosas no se dieran. Y se dieron.
Dato aparte es la familia de ella. ¡Cuán relajante y lindo es cuando la familia de tu novia te recibe con alegría y ganas! Los papás de Frexini son más que suegros para mí con solo 3 meses casi de ser novios: se han convertido en personas de confianza, que me transmiten cariño y respeto y reciben de mí lo mismo. Y su hermano, ya puedo decir que es mi compa de bromas, pero también de temas serios. Le he tomado mucha confianza a toda esta gente y me encanta sentirme "uno más" con cada día que pasa. Y para redondear, su relación con mi familia ha sido excelente, se ha integrado de lo más bien y eso es más que relajante... es gratificante.
El futuro dirá... aunque algo dentro de mí me dice que "ella es", o al menos quiero creer eso. Dios tiene las cosas en sus manos, y aunque no quiero salir lastimado de nuevo, supongo que tengo que confiar lo que Él disponga. Veremos. Por lo pronto tengo que decir que ella fue lo mejor que me ocurrió en el 2017 y lo digo con la boca llena. Esperemos que este proyecto siga bien. Y sí, fue con ella que pasé mis primeros segundos del año.
Misión: casa
Este es el apartado que más dolores de cabeza me ha dado y, sin embargo, también he visto la mano de Dios actuando. Quizá el proyecto más ambicioso que he tenido desde mi vuelta de tierras galas, empezó incluso desde el 2016: buscar lotes, averiguarme los trámites, pedir asesorías, visitar expoconstrucciones... realmente esto de querer comprar un terreno y construir no es nada sencillo.
Entre agosto y octubre me pasó un "chasco" feo con un lote que quería, principalmente por el condominio donde se ubica, que solo con verlo supe que ahí tenía que vivir. Al final sus dueños no quisieron bajar las pretensiones y ante la sensación personal de que algo no andaba bien, las negociaciones se cayeron. Lo curioso (Dios, le llamo yo) es que apareció otro lote justo diagonal del que pretendía comprar, con un dueño que me ha demostrado tener muy buenas intenciones. Dios sabe lo que hace. Desde el 18 de octubre estoy con el "corre corre" de los trámites que necesito que estén listos para mediados de febrero. Vamos a ver cómo se resuelve este tema. Ojalá, quisiera yo, que fuera para bien.
CR en la indecisión
Ya en lo nacional, hay que ser claros en que el 2017 estuvo lejos de ser un buen año. Por más que muchos estemos TRA BA JAN DO (¡grande doña Eugenia de Tigo!) en sacar esto adelante, uno siente que hay un montón de "bomberos" parándose en la manguera.
En mis 34 años nunca había visto un panorama político tan inhóspito. El PAC, por el que había votado hasta ahora, creo que ya no es una opción y ninguna de las otras me convencen. Me ha desmotivado mucho el tema del Cementazo, darme cuenta que muchos están en la función pública a ver "qué agarran" sin importarles el daño que hacen al tejido social... porque sí, este mundo estúpido posmoderno, no importa si el resto se jode, "yo estoy bien" y aparte de eso todo lo demás "me entra flojo".
Todo eso me lleva a no saber por quién votar, aunque esa situación podría analizarla en un post previo a las elecciones. Solo sé a quiénes jamás les daría mi apoyo, pero con eso poco hago para definir a quién apoyar en la presidencia – y aún menos para diputados – el próximo domingo 4 de febrero. Posiblemente mi voto termine siendo "útil" y ya, tristemente.
La inseguridad ha crecido y aunque existen indicadores económicos que demuestran una cerca mejoría, la verdad es que hay muchos otros temas que deben ser resueltos con premura. Llamo la atención sobre la polarización ideológica que vive el país: no me gusta ver cómo la gente manda al carajo a otro grupo social por no pensar como ellos; esto huele mal, se presagian mayores rupturas sociales y creo que no hay ganadores, solo perdedores...
Mi familia
No podía terminar el post sin agradecer públicamente a Dios de lo estable que se encuentra mi familia nuclear después de este 2017. La salud de todos está en promedio bien y los enanos de mis hermanos crecen en fuerza, tamaño, inteligencia. Por dicha todo parece salir a pedir de boca. Ruego al Señor que todo siga como hasta ahora.
La nota triste de este año la puso mi primer primo en fallecer, víctima de un aneurisma. Espero en Dios que ya esté con Él. Otros chascos no han faltado, pero nada que como familia unida no podamos superar.
Dato aparte: este año que pasó tuve la oportunidad de ir a cuatro bodas, mi récord en un año. Es tan bonito ver que la gente se atreva a amar y apostar en el otro para toda la vida, que mis familiares y amigos que se casaron merecen todo mi respeto.
Conclusión(es)
Como decía al inicio, este 2017 fue genial, pero podría ser la antesala de un 2018 que se anuncia prometedor. Solo espero que así sea. Dios bendiga mi trabajo, salud, familia, relación, comunidades y otros proyectos.
Le tengo miedo al 4 de febrero y más aún al 1° de abril en cuanto a elección de presidente y de diputados. El rumbo del país es incierto y no veo que vaya a mejorar.
Trataré de tener más compasión por la gente, aportar más humanidad y felicidad al mundo, empezando por sonreír a quienes tenga a la par más a menudo, meterles conversación, bendecirlos... ¡Ser gente! En una sociedad donde nos volvemos cerrados, fríos, tiesos, es necesario darles motivo para acercarse a un fuego que lo cambian todo.
Feliz 2018 gente. Este año cumpliré además 20 años de mi Encuentro Personal con Cristo, lo cual no es poco, además de recordarme que cada día me hago más y más viejo (después de todo, este año también llego a la mitad de los 30s...). También La Sele tiene su mundial en Rusia para junio y, aunque no tengo expectativas de repetir lo de Brasil, sí espero y exijo una competición decorosa. Ya veremos qué ocurre.
Ahí les dejo los 365 días restantes. Espero sepamos aprovecharlos. Un abrazo, mes amis. Y ahí les dejo, para que celebren la vida :)