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"César" |
César : « aquí vivo yo,
sabía ? O sea, esta es mi casa»
Antonio : « sí, yo se »
César : esta es mi choza. Ve ese
edificio, ahí, hecho mierda ? El basurero al revés, el poco de
cables. Esta es mi choza. Esto soy yo, esto soy yo ! Cuando
usted entra a una casa, usted no empieza a decir que todo es una
mierda.
(…)
César : qué cree usted mae, que
es el único que tiene problemas mae ?
Antonio : no, lo que pasa es que
yo pongo un pie en este país, me bajo del avión y lo único que
hago el día entero es darle explicaciones a la gente.
(…)
César : pero yo soy de aquí
Antonio : y a mí qué ?
César : su tata, Sofía y su
sobrino !
Antonio : pero yo no !
César : pero yo sí !
Antonio : y a mí qué ?!
César : que yo soy su amigo !
Extraigo esta partecita del guión de
« El Regreso » porque fue la que más me llegó. Desde
que oía hablar de esta cinta estando en París, sin saber de qué
trataba, de alguna forma u otra me sentía muy identificado. Ahora,
acabándola de ver, me veo en un espejo en muchas de las
características de Antonio, el personaje principal.
Yo, como Antonio, me siento agobiado
ante un país del cual quise (y a veces, todavía quiero) salir
corriendo. Ok, en mi caso no fueron 8 años, fueron 3, pero igual lo
considero suficiente tiempo como para comenzar a sentirse que uno no
es de aquí ni de allá.
No le niego a nadie que extraño
Francia. Tampoco que me tengo « prohibido » ver cualquier
cosa que tenga que ver con París, porque me agarra inmediatamente
una nostalgia que me cuesta manejar, más sabiendo que ya no voy a
volver. Y aunque podría hacerlo, porque tengo el dinero y los
papeles, se que ya no es realista.
Como Antonio, odio ver San José. Me
sentí particularmente vinculado al recordar cuando me monté de
nuevo, tras 2 años de no hacerlo, en un bus Station Wagon al día
siguiente de haber vuelto. Los temas de conversación en ese viaje de
la gente que viajaba a mi alrededor fueron : los asaltos, la
vuelta de Chema (de quien por cierto, según le escuchaba a la señora
de al lado « era un señor muy inteligente y muuy bueno»)
y no recuerdo qué otra cosa más. Cuando llegué a San José me tocó
caminar por la Coca Cola, ver los vendedores ambulantes, oirlos
gritando, las aceras capitalinas prácticamente bloqueadas de
gente... bueno, no se para qué les cuento, si ustedes también
conocen y viven esa situación casi a diario. En fin, un baño de
realidad nacional a profundidad.
Champs Elysées, diciembre pasado.
De las últimas fotos que tomé allá.
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¿Para qué ser hipócritas ?
Francamente, entre Chepe y París ¡me quedo un millón de veces con
París ! Porque definitivamente, el quiosco del Parque Morazán
no se compara con la Torre Eiffel, ni el Paseo Colón con Champs
Elysées y mucho menos el Teatro Nacional con L'opéra de Garnier.
Tampoco voy a decirles que canto la parte de « yo no envidio
los goces de Europa » solo para quedar bien... porque me siento
poco honesto haciéndolo. ¿Cómo no voy a envidiar un transporte
público seguro y eficiente, calles ordenadas, aceras anchas, caminar
sin temor a ser asaltado ? Y eso solo por nombrar unas cuantas
razones...
Entonces ustedes me dirán, como le
dijo César a Antonio : « sabe qué, agarre un avión y no
vuelva ». Y ahí es donde viene el punto de giro de esta
historia y la razón por la cual puse ese segmento del guión :
porque a mí, como a Antonio, me ata lo que amo. Ni él ni yo tuvimos
una razón para amarrarnos a nuestro sitio en el extranjero. Porque a
pesar de todas las tristezas del mundo subdesarrollado, tan bien
retratadas en la película, este sigue siendo irremediablemente
nuestro hogar, el sitio donde nacimos, donde vivimos nuestras
aventuras de niños, donde nos enamoramos, donde vacilamos con los
amigos... donde tenemos nuestro bien más apreciado en el mundo :
la gente que nos ama (aunque pueda ser poca, pero incluso si fuera
una, valdría la pena regresar).
Sofía y Antonio |
A mí personalmente no se me ha
facilitado mucho la vida desdeque el vuelo de Condor proveniente de
Frankfurt aterrizó a las 6 de la mañana de aquél 5 de diciembre.
Si antes había cosas que odiaba del país, ahora las odio más. Ya
me han chocado (con la fuga del responsable incluída), me he tenido
que « agarrar » con gente, he tenido que tolerar
actitudes tercermundistas que rechazo... incluso en mi misma familia,
debí habituarme al « chineo » de vivir de nuevo en la
casa de mis papás, aunque eso signifique sacrificar mi crecimiento
personal del que tanto me jactaba en Francia Pero a pesar de todo
eso, en el fondo soy honesto conmigo mismo y la verdad, estoy mejor
aquí de lo que estaría allá, con muchas ventajas pero sin gente
que me amara como me aman acá y con un trabajo, gracias a Dios,
estable, agradable y bien remunerado.
La eterna disyuntiva de que, cuando uno
se va tanto tiempo del lugar donde creció, ya nada vuelve a ser
igual. Y aunque he tenido que ir « agachando la cabeza »
en muchas cosas, también he podido comprobar que Dios no me ha
dejado solo, y ahí va, ayudándome.
Tres meses desde que volví, lo de
Francia parece ahora un sueño, muy lindo, muy largo, pero del que ya
desperté. No se los niego : todavía no lo supero. A veces me
da nostalgia, a veces simplemente cierro los ojos y veo para
delante... a veces prefiero ni acordarme. Pero creo que bien vale la
pena dar lo mejor de uno para que la gente como César, que sabe que
« esta es su choza » y que de aquí no van a (poder)
salir, la pasen lo mejor posible. No digo que yo vaya a cambiar el
país (hasta risa me da solo escribirlo). Tampoco creo que Costa Rica
vaya a mejorar (creo que es todo lo contario), pero bueno, al menos
no seré cómplice de esta debacle y mi estancia aquí servirá para
solidarizarme con la gente... Porque sea como sea, y a pesar de que
me gustaría en el fondo que fuera diferente, mi país es mi país, y
a él también me siento atado, porque aquí nací, aquí amé y aquí
viviré.