domingo, 31 de enero de 2010

La Costa Rica que yo quiero

Al final de cuentas, puede que estás líneas no sirvan para mayor cosa, más que para un desahogo y una conciencia tranquila. Mis posibilidades de votar desde Francia son nulas, gracias al atraso que los señores diputados tuvieron al aprobar el nuevo Código Electoral, el cual me permitirá votar en el extranjero hasta el 2014, si así correspondiere.


Entonces, mis palabras puede que no sirvan más que para intentar, nuevamente, crear un poco de conciencia en quienes me leen. Y ¿qué mejor momento para hacerme entender que hoy, a una semana de las elecciones que decidirán los próximos cuatro años de mi amada pero maltratada patria?


La Costa Rica que yo quiero está muy lejos de ser la Costa Rica que tenemos. La patria que he dejado atrás se encuentra llena de ataduras, temores, actitudes dictatoriales, complicidad de intereses económicos entre empresas, medios y partidos políticos. Mi Tiquicia está envuelta en narcotráfico y delincuencia, esta última proveniente de la desigualdad más escandalosa que hemos sufrido en la historia, de acuerdo con el último Estado de la Nación.


Costa Rica no merece estar en la “mitad de la tabla” del índice de desarrollo humano de América Latina luego de figurar en las primeras posiciones de este ranking durante décadas, gracias a políticas solidarias y a un Estado que era el motor de una interesante movilidad social y garante de la protección a una de las clases medias más fuertes del continente americano.


Mi país es hoy víctima del abuso ecológico al servicio de grandes intereses. Una economía que parece estable pero que puede ser víctima en cualquier momento del desempleo o una fuerte inflación, pues más que de nosotros mismos, dependemos de la inversión extranjera directa (la que llega y la que permanece en el país) y de los movimientos macroeconómicos vinculados con Tratados de Libre Comercio injustos y nada solidarios.


En fin, la República que me vio nacer sufre hoy el desinterés de un pueblo que se acostumbró a vivir medio acomodado - medio viviendo al filo de la navaja. Una sociedad hipócrita, mediocre, que se conforma con “mejenguitas” los fines de semana, las “birras” de las fiestas, los chinamos, los intrusos, las estrellas, las noticias amarillas y rojas, los “chirriches” y la “chica hot” en la portada de no pocos medios impresos.


El contexto se presenta magro: un statu quo que parece favorecer el adormecimiento y el “port’a mí”, medicina que nos han recetado durante décadas la clase política y empresarial para favorecer sus propios intereses y el alma del subdesarrollo, de la cual tampoco queremos salir. Como pueblo, somos los primeros culpables de esta situación, como lo he argumentado en otras oportunidades.


Desde que recuerdo, prácticamente todos los ex presidentes llamaban a un cambio en el momento de su elección… pero el cambio nunca llegó. Cada uno propuso un país de ensueño, con soluciones eficientes y prevalecientes… pero las soluciones nunca llegaron. Y todos estos resentimientos acumulados han servido para que casi un 40% del país se desencante de la política. Y por supuesto, es la juventud la principal afectada, nosotros los que, a Dios gracias, nos encontramos ya lejos de la negativa influencia de la guerra civil de 1948 que dividió el país en dos y que lo carburó por años en términos políticos. Dicha coyuntura sirvió para que los partidos políticos tradicionales volcaran la voluntad del pueblo hacia sus intereses más sirviéndose de los dos colores de una bandera que por las propuestas de cada candidato. Y aún así, reconozco que de ambos bandos salieron líderes que beneficiaron al país y lo colocaron como ejemplo ante el mundo.


Pero evidentemente las cosas ha cambiado: un ex presidente en la cárcel y otro a punto de asumir un juicio que, presiento, lo llevará al mismo destino. Un gobierno del cual se desprenden, fácilmente, más de quince escándalos graves de corrupción o de mal manejo de recursos. Y lo peor de todo, un presidente que cuenta con los primeros síntomas la pandemia política más reciente en América Latina “una dictadura democrática”. Los ejemplos sobran: el reciente nombramiento de la señora Villanueva como vicepresidenta de la Corte Suprema de Justicia, de la ex diputada del PLN y allegada a los Arias, Ofelia Táitelbaum, como defensora de los habitantes o de Laura Chinchilla como futura receptora a distancia de las órdenes que le llegarían desde Rohormoser en caso de que alcanzara la presidencia.


Todo esto forma parte de la intromisión del actual mandatario en el 2004 ante la Sala Constitucional para forzar la posibilidad de su reelección, así como sus berrinches contra los (pocos) medios que no publican o dicen lo que él piensa o quiere y ni se diga de sus repugnantes insultos a la Constitución. De estos ataques y medidas, cualquier ser pensante con un poco de malicia podría desprender un deseo concentración de poder al estilo Chávez, Uribe u Ortega. Este último podría obtener su reelección utilizando exactamente la misma medida que usó nuestro bien ponderado Premio Nóbel de la Paz (hasta vergüenza me da escribir eso…): acudir a la Sala Constitucional de su país para brincarse el proceso legislativo y que sus amigotes le hagan el favor de pasarle el proyecto.


Entonces, ¿cómo lograr una Costa Rica diferente? ¿Es acaso posible soñar con un país más justo y próspero, donde la corrupción – en todas sus dimensiones – sea exterminada o al menos aminorada y una nación más próspera comience el avance hacia un futuro más prometedor que el actual? Personalmente, lo creo posible. Y lo creo porque, como Santo Tomás, he visto primero. El mejor ejemplo me lo ha dado el “viejo continente”, del cual he aprendido que el subdesarrollo es un asunto de mera mentalidad, por encima de indicadores, tasas, desempleo, inflación o recesión. El subdesarrollo tiene que ver con la actitud con la que cada uno de nosotros decide enfrentar su vida y cooperar con la sociedad.


Lo anterior me permitiría decir que, por supuesto, en Costa Rica hay mucha gente que tiene una mentalidad desarrollada y emprendedora (no confundir por favor con egoísta y lucrativa). En mi país, a Dios gracias, aún existen los buenos seres humanos, quienes pudiendo dejar de lado diferencias ideológicas, religiosas, culturales o sociales, están dispuestos a cambiar esta realidad.


Pero este cambio hacia la luz no puede darse si los primeros servidores públicos, es decir, los presidentes y sus ministros, no toman en serio su función y adoptan estrictas medidas de congruencia y honestidad, dando el ejemplo al resto de mortales. ¿Cómo creerle pues a un partido político, cuyo presidente decreta de interés nacional la explotación malsana de una mina ubicada bajo un bosque tropical? ¿Cómo confiar si hemos visto que avionetas, fuentes acuíferas, y dineros que debían servir para construir casas han sido utilizados en sabrá Dios qué fines?


Esas son las principales razones por las que mi inexistente voto no sería nunca para los Arias o cualquiera de sus marionetas. Mi país, mi Costa Rica, no merece más de esto. Aclaro de paso que no se trata simplemente de un berrinche antiliberacionista. Si en ese partido hubiese alguien con una actitud diferente, sería igualmente valorado como el resto de candidatos.Y por eso, al buscar entre los candidatos propuestos, el que más se acerca al proyecto país que tengo en mente es el propuesto por el Partido Acción Ciudadana.


La Costa Rica que yo quiero debe entonces regir sus riendas con honestidad, transparencia y austeridad. Mi país debe entender que su desarrollo implica un cambio en la forma de vida que hasta hoy estamos acostumbrados a tener. Una nación que dedique más esfuerzos a sus agricultores, a su clase media, que evite el despilfarro en cosas innecesarias y que invierta ese dinero en proyectos de importancia impostergable. La Tiquicia con que sueño debe tener pluralidad de voces y un poder que se controle a sí mismo desde las instancias que fueron creadas para ello. Un país próspero en ecología y turismo, sectores que se apoyen mutuamente pero siempre prevaleciendo el primero. Quiero una patria que fomente las inversiones tecnológicas pero también una producción industrial autóctona que promueva la investigación y el autoabastecimiento de productos, máquinas y servicios.


Una educación que fomente cada vez más el criterio y deje de lado la memoria, un sistema de ayuda social que no solo regale casas como confites sino que produzca proyectos para las personas de escasos recursos de modo que les permita vivir dignamente y con seguridad laboral.


En fin, sueño con que Costa Rica vuelva a tener un estado solidario que le permita a sus agricultores tener el apoyo estatal para poder sembrar arroz, frijoles y maíz que serían consumidos por los casi 5 millones de personas que habitan en nuestra tierra – un mercado bastante rentable, diría yo -. Anhelo un país con menos delincuencia, leyes más efectivas que severas, con un combate más serio al narcotráfico pero también con estrategias económicas que permitan reducir la desigualdad, primer factor de incidencia en la inseguridad ciudadana y con una integración social más seria de los sectores desfavorecidos.


Esa es la Costa Rica que yo quiero, la cual se parece mucho a la Costa Rica que quiere Ottón Solís. Es por eso que mi voto el domingo 7 de octubre sería para él en caso de que lo hubiese podido hacer efectivo. Pero ya que no puedo votar, les ruego a todos ustedes que se han tomado la molestia de leer este texto, que apoyen las ideas de este candidato. No es que yo lo crea tampoco perfecto. Son bien conocidos su terquedad, arrogancia y desplantes con la prensa, pero creo que de todos los posibles, Solís es quien mejor podría llevar las riendas del país hacia un destino más feliz del que hoy tenemos, a pesar de que, lo tengo claro, su gobierno tampoco será perfecto ni mucho se podrá avanzar mientras las actitudes mezquinas se mantengan en el alma nacional.


Démosle la oportunidad al PAC de ver si como ronca duerme. Ya hemos visto lo que los gobiernos del PLN y en PUSC han hecho con el país año tras año y no quiero ni imaginar lo que la llamada derecha extrema del Movimiento Libertario podría causar en nuestro pueblo. El PAC y su alianza con el ex presidente Luis Alberto Monge y algunos partidos minoritarios, demuestra unión, diálogo y preocupación por el momento histórico en el que vivimos.


Es el momento de que el pueblo costarricense abra los ojos y se dé cuenta que, definitivamente, existe otra manera de gobernar.


Por una patria mejor.

viernes, 1 de enero de 2010

2010: un año para la esperanza

El mismo teclado y monitor, al igual que la silla y la misma lámpara a media luz que ilumina la salita de la computadora. Estoy exactamente en la misma posición de hace 365 días. De hecho, si el 1° de enero del 2009 hubiera tenido una bola de cristal que me hubiera dejado ver solo este momento, me hubiera desmotivado mucho. Hubiera significado que mi esfuerzo de años y años no sirvió y que mi sueño francés se derrumbó.


Hoy, al ser las 2:50a.m. del primer día del 2010 continúo con mi tradición del blog madrugador del año. Pero el de este año es, por mucho, el más regocijante, el más satisfactorio y el más merecido. Así lo quiso Dios, así lo forjé yo y así lo permitieron las condiciones que me rodean.


Si tienen tiempo de echar una ojeada a los comentarios 2009 y 2008 verán que el negativismo hizo gala en mis líneas. Pero como me lo dijo Oscar, un gran amigo ayer, después de la tormenta viene la calma, o como también lo dice Daniel Poli en una de sus canciones, por oscura que sea la noche siempre vuelve a amanecer. Todo parecía ir mal aunque siempre hubo destellos de luz que me motivaban a seguir adelante. Hoy la situación es completamente diferente. Porque este 2009 que pasó no se me borrará nunca de mi mente. Prácticamente todos ustedes conocen la razón: logré entrar a un postgrado de la Universidad de Strasbourg después de 12 años de soñarlo. Pero “suave un toque”, todo esto se dice rapidísimo: me costó tres años de Alianza Francesa, siete de ser estudiante de la Universidad de Costa Rica (con tesis incluida que en los últimos dos años fue un verdadero martirio) y pasar por algunas experiencias injustas en ciertos medios de comunicación que quedarán innombrables.


Mi mayor logro personal, como ya lo describí en mi comentario “Crónicas de un sueño hecho realidad” tuvo un camino tortuoso. Mi ilusión francesa inició el 29 de enero del año pasado. El sol despuntaba en el horizonte desde el avión, cual si fuera un mensajero de buenas nuevas que no serían comprendidas instantáneamente. La aventura comenzaba. O mejor dicho la locura, la quijotada de este demente que quería luchar contra sus molinos de viento.


Mi instantánea llegada a Grenoble, con los Alpes del sureste de Francia detrás de la primera casa donde residí, fue también un enamoramiento a primera vista. Pero el lecho de rosas acabaría rápidamente. Ciertas costumbres y comentarios de las personas mayores donde vivía me dejaron saber que no iba a ser tan fácil como me lo imaginaba. Sin embargo, hay que ser justos y reconocer que ellos me tendieron la mano. Tampoco fue sencillo que, justo 15 días después de mi llegada, recibiera la triste noticia de la muerte de un tío político, quien ya se encontraba desahuciado desde mucho antes de mi viaje.


Pero la muerte se ensañó conmigo y mi familia: otros quince días después, una nueva noticia fúnebre me sacude con más fuerza, pues mi tía mayor pierde su vida de forma sorpresiva luego de un breve lapso de alzhéimer y de cierto problema de circulación en las piernas. Si ya el hecho es duro, recibir este tipo de información a la distancia es un triple golpe: tristeza, soledad e impotencia.


Además, este tico – alajuelense, acostumbrado a temperaturas de 26 grados, llegó en pleno invierno, un frío enemigo a vencer. Lo hermoso fue que ante tanto inconveniente, yo vivía el día a día intensamente, como nunca antes lo hice, con una ilusión forjada con mucho esfuerzo. Grenoble fue mi primera parada, con sus montañas nevadas que aún hoy me hacen falta.


Quizá el segundo gran inconveniente fue la socialización. Aunque ya estoy acostumbrado a los cambios (tres grandes mudanzas y nueve centros educativos en mi corta vida de 26 años así lo demuestran), el estar totalmente solo frente a una sociedad y un continente nuevo no era un obstáculo menor. Y me costó un mundo. Pero de nuevo la gente de fe me ayudó y rápidamente logré solucionar con ellos el problema. ¡Gracias Dios! Pero también la música latina, las noches de salsa y un espíritu abierto me permitieron rápidamente superar este muro. Además, las diarias conversaciones con mi familia gracias a la maravilla del Skype y el descubrimiento de Twitter (porque el 2009 también fue el año de Twitter en mi vida) me hacían sentir como si nunca hubiese dejado esta tierra montañosa donde me encuentro hoy.


Pero sin duda “la portada” de mi resumen personal del año, fue exactamente hoy hace seis meses. El 1° de julio del 2009, recibí lo que hasta ahora es la mejor noticia de mi vida: había sido aceptado para una maestría en periodismo en la Universidad de Strasbourg. Cuando ya la esperanza estaba casi perdida y yo creía que no sería posible, pues me sentía agotado y harto de fallos y retrocesos, el Centro Universitario de Enseñanza del Periodismo (CUEJ por sus siglas en francés) decide meterme en la honrosa nómina de los admitidos. Dios… ¡qué alegría! Sentía como una botella con contenido gaseoso que ha guardado presión durante años y de pronto, en un momento súbito, ese corcho se destapa haciendo un ruido fuerte. Así sentía mi alma. Un orgullo inexplicable, inimaginable…


Sin embargo, no pasó mucho tiempo para darme cuenta de que la cosa no iba a ser tan fácil. Después de una estadía en Costa Rica para cargar baterías, en setiembre vino la puesta en marcha de los cursos, clases en francés, momentos cálidos y fríos con mis compañeros y algunas pocas noches de soledad en mi pequeño apartamento de la residencia Gallia, en Strasbourg. No gente, no fue fácil. ¿Debo decirlo en pasado? Más bien en presente y sobre todo, en futuro. No será simple. Eso de escribir artículos en francés, demostrar mi aptitud para haberme ganado este puesto y enfrentar un sistema de aprendizaje bastante distinto al que estamos habituados no es nada regalado. Incluso, por primera vez tuve que llevar mi resistencia al máximo y hacer cuatro exámenes el mismo día. Pero también yo tenía muy claro que la dificultad iba a abundar.


Fui a Francia a joderme, a complicarme, pero también a liberarme. Nunca me sentí tan dueño de mi vida, tan suelto para opinar sobre lo que sucede en el país como ahora, lejos de la podredumbre que envuelve a la mayoría de medios de comunicación nacionales y de sus intereses económicos. Sin embargo, y con dolor lo digo, parece que mientras mi vida personal va en un camino ascendente, la vida del país se dirige hacia la debacle. No voy a ponerme ahora a detallar los asuntos políticos que tanto me hacen rabiar desde la lejanía y que se convierten en mi mejor remedio contra el mal de patria allá en Alsace. Eso quedará para otro comentario. Lo que deseo dejar claro es que tanto chorizo, tanto descaro y tanto control “arístico” me tienen harto. Los políticos de siempre intentan dejarse el poder (y el dinero), ¿la oposición? inservible y dividida y, para colmo de males, un pueblo olvidadizo y mediocre, son la mezcla perfecta para una situación que se asemeja mucho a la que viven ciertos gobiernos pseudo democráticos en América. Ya hablaremos de esto en pocas semanas.


Deportivamente, si no hubiera sido por el honroso cuarto lugar de la Selección Sub 20 en el mundial de Egipto, el brillante papel que hace Bryan Ruiz en su equipo holandés y el reciente título de Hanna Gabriel en la CMB, nuestro año hubiera sido otro digno candidato al olvido. El tico sigue con sed de ídolos y así lo demuestra el reciente

caso del chiquillo que participó en Latin American Chorizo (quien como todos sabemos logró el segundo lugar a punta de mensajes de texto), mientras que la selección mayor quedó literalmente a 20 segundos de ir al Mundial, dos ejemplos que enmarcan la frase que le escuché a alguien decir “los ticos siempre quedamos a cinco céntimos pa’l peso”.


¿Qué traerá este 2010? Es por mucho el año que más cosas positivas promete desde su inicio en mi historia de vida. No me atrevo a tirar las campanas al vuelo, pero se viene la práctica en Radio Francia Internacional (RFI) en español en marzo y abril, donde haré lo posible por dar una buena impresión y tener así más posibilidades de empleo luego de terminada la universidad. Pero para esto, necesito urgentemente ganar mi permiso de conducir, una piedra en el zapato la cual había rehusado sacar desde hace tiempo. Pero llegó el momento y ahora no puedo liberarme de ello.


Además, el año empieza con una gran alegría: mi hermano se casa con una chavala muy simpática, lo cual nos regocija a todos los miembros de mi familia nuclear. En l

o personal, como dije, el 2010 parece ser un año lleno de posibilidades. Lástima que a escala política no pueda decir lo mismo: el presagio de cuatro años más de los Arias en el poder, con su títere Laura Chinchilla, ensombrecen el horizonte patrio. A nivel mundial, Copenhague fue una farsa y ahora no visualizamos qué puede salvar nuestra existencia, la cual es la primera y verdadera amenazada más allá del planeta o la ecología. Como le leí a alguien por ahí, no es la Tierra la q está bajo fuego: somos nosotros, los seres humanos, los causantes de esta auto tragedia.


En fin, todavía hay mucho “brete” por hacer. La situación no ha cambiado nada desde el comentario del 2006, en el que pensé sobre cómo vivirían el año nuevo los indigentes que no tienen dónde dormir o qué comer. De hecho este mundo va cada vez peor y nuestra especie se amenaza su propia extinción. Pero la esperanza existe, permanece e ilumina. Si no fuera por ella, esto habría caído ya en la hecatombe.


¡Gracias Dios por lo que me diste, y gracias por lo que me pediste en este 2009!


Un 2010 lleno de oportunidades nos espera. Solo hay que ir por ellas.


Pablo.


P.D: este año se celebra el 30 aniversario del martirio de Monseñor Óscar Arnulfo Romero. Sin duda, otro motivo más para festejar. A ver si el Vaticano se deja de hacer el sordo y empezamos la merecida beatificación de este ejemplo de obispo!